Tras su última presentación y disolución en 2016, la banda se juntó para un único show en Honky Tonk, que no sólo será su presentación definitiva en 2017, sino que sirvió para reforzar un vínculo de hierro con sus seguidores. Aquí no hay curiosos ni desprevenidos.
El que llega, sabe con qué se va a encontrar. Y la propuesta es más o menos conocida: un grupo legendario en San Nicolás que rompió filas en 2016 y que vuelve a juntarse para detonar una velada cargada de canciones ricoteras. Claro, el imaginario de Patricio Rey es una fuente inagotable para Rómulo, que trae canciones de Solari, Beilinson, el Soldado, entre otros. Podríamos juzgarlos apresuradamente como una banda de covers, pero caeríamos en un error, no son covers, son versiones desinteresadas: no se trata aquí de emular al grupo original, sino de hacerlo propio.
Igualmente, lo interesante es que la propuesta no termina allí: Rómulo es una banda de hits. Son sus canciones propias las que la gente espera. Son sus estribillos los que los fans corean. Toda esta gente que está aquí ha colmado Honky para esto. De hecho, podrían tocar solamente “Hombre Hemoglobina” y nadie se iría defraudado. Esas letras y músicas resuenan en la región: Rómulo es de los Arroyos, pero a Baradero llega el eco y sus canciones suenan en la radio.
¿Cuántas bandas de San Nicolás tienen hits que corea la gente? Me arriesgo a decir que son pocas. Y Rómulo tiene un puñado de canciones que evidentemente poseen una significación muy profunda en sus seguidores. Aquí están los que cantan, los que se emocionan, los que agitan el bar para que la música penetre en los revestimientos de madera. Como si se tratara de un show de rock de hace tiempo: aquí la gente hace pogo. Señoras y señores: ¡Cuidado! ¡No rompan nada! Ya no somos niños.