En la intercepción de la calle Viamonte y Córdoba de Barrio Oeste, se percibe de lejos una montonera de gente. Hay un trueque.
Gloria Damuchi organiza hace 11 años el trueques en su ciudad natal, Villa Constitución
“Llegamos a San Nicolás porque hay nicoleños que van a los trueques a Villa y nos pidieron que los organicemos en San Nicolás, este es el tercero que hacemos, el primero lo organizamos en barrio Las Mellizas. La idea era hacerlo en el Salón comunitario del barrio pero no se pudo, así que se hizo en una casa de familia, el segundo se realizó en barrio San Jorge, en una plaza comunitaria que construyeron los vecinos con la familia Gonzales, y ahora acá, en esta casa que estaba abandonada y recuperó una iglesia evangelista del barrio y la donó para que el trueque se lleve adelante”.
En el trueque se puede intercambiar mercadería, ropa o lo que fuese de manera directa, y también se puede vender mercadería. Se paga una entrada de diez pesos que equivale a 500 créditos. Con esos créditos se pueden comprar lo que se necesite. Los organizadores con los diez pesos de entrada compran alimentos, ropas u demás elementos para sortear al final de cada trueque. El mismo es sin fines de lucro.
“Hace 11 años que organizamos estos trueques, pero antes estábamos en un solo lugar una vez por semana, ahora estamos en seis lugares, seguimos dos veces por semana en la vecinal del barrio Parque Sur, 2 días en el circuito del ex Automóvil Club y dos días en barrio Luzuriaga en una casa de familia. En estos dos años ha aumentado notablemente la demanda, antes lo organizabamos para personas muy muy pobres, hoy en día vienen de diferentes clases sociales, mucha gente que trabajaba en la fábrica y ya no tiene trabajo, las clases sociales en estos días se han mezclado en los trueques, por eso como organizadora me encargó que “las reglas de convivencia” se cumplan. Seguiremos organizándolo en esta ciudad también, porque vemos que ayuda a mucha gente, y el espíritu del trueque tiene fundamentalmente un espíritu comunitario y social”.
A medida que la hora pasa, las personas van llegando al lugar. A pesar de la necesidad que se observa, la gente se anima, el humor cambia. El ejercicio del trueque en nuestra sociedad, además del intercambio de necesidades, es también un contenedor social que esperanza y une.