29.06.2018 Detrás de barrio Los Pinos, paralela a las vías del tren, se levanta una fila de caseríos,algunas de material sin terminar, otras de cartón, chapa y lona de pileta Pelopincho. El cielo está cruzado de cables, como los techos y los frentes de las casas,una humareda tiñe el ambiente de una neblina que huele a basura quemada, en alguna casa siempre están quemando algo, debido a limpieza de yuyos. Los niños juegan en la calle. Juegan al fútbol y los perros se meten en el medio, son casi las once de la mañana.
En una de esas casas vive Luis de 16 años, Daiana de 15 años y tienen una hija de 5 meses, la casa es de la madre de Luis que vive con el padrastro y un hermano discapacitado que no cobra la pensión. Los jóvenes publicaron por las redes sociales su desesperante situación, la dirección donde viven y el teléfono.
Fuimos a charlar con ellos, y en el ejercicio de la charla, se caen los prejuicios. Muchas veces los errores que apuntamos en otros son nuestros, porque son una negligencia social, educativa o Estatal.
Daiana no puede terminar de estudiar porque no la dejan asistir a la escuela con el bebé y no tiene quién cuide de su hija, llora cuando habla. Las lágrimas le brotan a borbotones y son redondas, como son las lágrimas cuando emanan desde el dolor profundo.
Luis tiene 16 años y tarda en salir de la casa, tiene un dolor en el pecho, recién llegaba de la calle y se había recostado, sale finalmente y cuando estira la mano se disculpa de forma indirecta “es la angustia, sumada a problemas respiratorios desde niño”. El hace changas cuando aparecen las ofertas, quiso anotarse para estudiar pero llegó tarde a la inscripción en la escuela nocturna.
Ellos se conocieron a través de la red social facebook, los dos terminaron la primaria, Daiana llegó a cursar hasta tercer año de la secundaria y abandonó los estudios cuando quedó embarazada. Su madre y una hermana viven en barrio San Martín en una casa demasiado pequeña, y no tiene lugar para ella, para Luis y la beba.
El hogar de los padres de Luis tampoco tiene demasiado lugar, pero al ser un poco más grande, se amontonan, los dos jóvenes se angustian porque los problemas económicos traen roces y conflictos lógicos, se sienten mal, quieren trabajar, quieren estudiar, quieren poder comprar pañales a la beba. Que también necesita ropa, no tienen ropa para la bebe y los pañales ya se acaban y ya o tiene a quién pedirle.
“salimos los tres juntos para ver si podes trabajar en algo, limpiando una casa o un terreno, como ayer, que nos pagaron con algo de dinero y después con ropa, pero ya no tenemos más nada, y otra vez hoy iremos a salir para ver qué conseguimos, lo más doloroso es no poder darle a nuestra hija lo que necesita.”
El sol del medio día calentaba los cuerpos que habían pasado frío durante la noche, la barriada nos mira como elementos extraños ingresando y saliendo de una ficción, que es pura realidad para ellos. Es la hora de comer cuando nos vamos alejando del lugar, pero no se siente olor a comida.