«La economía, estúpido» (the economy, stupid), fue una frase muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 contra George H. W. Bush (padre), que lo llevó a convertirse en presidente de los Estados Unidos, por entonces la economía atravesaba una etapa de gran recesión y era ese el punto que los estrategas de Clinton utilizaron para remar y ganar la elección contra Bush Padre.
Ahora está plenamente comprobado que cuando la economía se antepone a lo político la gestión del gobierno se aleja de los gobernados. Y pierde la verdadera esencia de su existencia. Porque ¿para qué existen los gobiernos? Sin lugar a dudas para que trabajen en pos del bien común. ¿Y cómo se alcanza el bien común? Considerando las diferentes variables que confluyen y se requieren para que cada ciudadano tenga acceso a sus derechos y cumpla con sus responsabilidades.
El Estado argentino ha definido a la educación como obligatoria. Pero invirtió la carga de la obligatoriedad. Antiguamente la obligación suponía sancionar a la familia que no enviara a su hijo a la escuela con multas económicas y hasta días de arresto. En la actualidad –al menos hasta que lo cambien- la obligatoriedad está del lado del Gobierno. Es el estado el que debe bregar e instrumentar los mecanismos y los programas necesarios para que TODOS tengan acceso a la educación.
Una mirada economicista puede decirnos entonces que hay una escuela a la que concurren 2 alumnos y entonces es ineficiente y debe cerrarse. El conocimiento del territorio, de las costumbres, de las cuestiones que hacen a esa escuela y su entorno muchas veces nos dirán otra cosa. Nos hablarán de un estado presente que hace posible el acceso a la educación de esos dos alumnos que de otra manera no tendrían como llegar a una escuela.
Eso sucede en muchas escuelas rurales, en muchos cursos de educación de adultos que funcionan en villas, barrios marginales y centros comunitarios y en las escuelas y cursos de las islas del Delta. Cuando se toman decisiones con soberbia, cuando no se escucha, cuando se cree que todo se lo sabe o que se puede transpolar cosas de otros distritos a la provincia sin ni siquiera detenerse a escuchar, a mirar, a valorar profundamente se cometen este tipo de errores, como el que se ha cometido también con el sistema de licencias docentes que ha generado un estado generalizado de incertidumbre en especial entre aquellos agentes que menos recursos tienen.
Ante esta situación nos dan ganas de reformular la vieja frase. Y decir “No todo es economía, estúpido”.
Redacción SNNEWS.