Qué sociedad porfiada que somos. Necios. Irresponsables.
Estamos cansados de ver y oír campañas de concientización sobre el uso del casco en las motos, sobre el cinturón de seguridad en los autos, sobre las sillas especiales para los bebes, pero nada parece alcanzar.
Charlas en las escuelas, afiches en las calles y las más dolorosas muestras de dolor ante los accidentes de cada día. Pero nada de eso es suficiente. Continuamos como si nada, haciendo “La nuestra”
Las excusas son muchísimas, pero la realidad es una sola. Si no te cuidas como corresponde, terminas todo roto en la cama de un hospital o peor aún, en el cementerio.
Lo más peligroso de toda esta cuestión es el ejemplo que los mayores le damos a los más pequeños. La falta de cuidado con nuestros hijos. Es una simple cuestión de educación. De Cultura. De valores. Que tanto valoramos nuestras vidas y la de nuestras familias? Que tanto valoramos la vida ajena? De aquel desconocido que sale a la calle en vehículo o caminando y termina convertido en víctima?
Hoy el tránsito de nuestra ciudad es un verdadero caos, imposible de controlar. Vehículos en doble fila, motociclistas que se cruzan de lado a lado, operativos en lugares inoportunos que no llevan a nada. A nada más que recaudar fondos con las multas.
El peligro es para todos y esta a la vuelta de cada esquina en cualquier lugar de la ciudad, avenidas, puentes, rotondas, esquinas sin semáforos, semáforos que no funcionan, conductores alcoholizados, motociclistas a altas velocidades y sin cascos, cascos que se colocan solo de adorno y no se prenden como deberían. Por lo tanto no estamos cuidando nuestras vidas, sino evitando que en un operativo te quiten la moto. Y todo esto se vuelve más peligroso cuando los adultos no cuidamos a los más chicos. Cuando exponemos a nuestros propios hijos al peligro.
Si vas en auto y llevas a los pequeños “sueltos” en la parte de atrás, son los primeros en salir VOLANDO ante un accidente. Si los llevas en el asiento del acompañante también suelto, ocurre lo mismo, atraviesa el parabrisas y sabemos cómo termina. Ni hablar si la inconsciencia llega a llevar un bebe sobre tu falda frente al volante. Qué clase de Padre hace eso con una criatura?
Pasa lo mismo con las motos. Porque llevamos menores indefensos sin la menor protección?
Frente a estas preguntas surgen respuestas increíbles que demuestran lo poco que valoramos nuestras vidas. Lo poco que nos interesa si le hacemos daño a un tercero.
Escuchamos excusas del tipo, “El nene quiere manejar” cuando es un bebe que aun no dice mamá. “Los tenía que llevar en la moto porque el colectivo está muy caro” cuando subimos tres menores sin protección a una moto. Y la lista sigue.
Lo cierto es que cuando ocurren los accidentes, lloramos, nos lamentamos, pedimos justicia, pintamos estrellas amarillas, hacemos marchas y la lista también sigue.
Sería mucho, pero mucho más sencillo que tomemos conciencia. Que nos cuidemos, Que cuidemos nuestra vida, la de nuestras familias y las ajenas.
Sería mucho más sencillo tomar conciencia del peligro, antes de llorar en un hospital o en un velatorio.
