15.08.2021 Su vocación por el teatro nació desde muy pequeño, según cuenta, su padre hacía títeres y desde muy temprano le atrajo la actividad, por eso lo acompañaba en las presentaciones para cumpleaños, en fiestas del barrio, o de la escuela.
Pero su vocación se afianzó más en los años del colegio, cuando luego de todos los actos oficiales, venían presentaciones de los alumnos, siempre imitando a los grandes de la televisión, luego se impuso “la dictadura”, y por aquellos años su actividad artística quedó restringida. Vinieron los años ochenta e inicio sus estudios universitarios en la ciudad de Rosario, era 1984, donde por entonces sintió que la cultura explotaba y brotaba la democracia, fue por entonces que regresó a San Nicolás y su vocación lo llevó al Teatro Municipal, donde conoció al director Luis Capriotti, quién en cuanto lo vio se alegró y le dijo, “un colorado –haciendo referencia su condición de pelirrojo- un colorado en escena trae suerte, quédate!”, y se quedó, considera que en ese momento fue el puntapié de su carrera profesional.
Por entonces Marcelo, estaba en los inicios de su actividad actoral, y llega a San Nicolás el elenco dirigido por Carlos Mathus, presentando la obra La lección de Anatomía, y mencionan al personal del teatro, que necesitan un asistente de escena, por lo que lo recomiendan, y aceptó gustoso, pensando que estaría detrás de bambalinas, “pero cuándo el elenco vino me dicen que tengo que estar en la escena de la muerte y la vida, representando la muerte, la que tiene que ser bien natural, y quiero que la muerte este desnuda, te animas, y bueno ya estaba ahí así que me saqué la bermuda ”. Esa fue su primera aparición en público, desnudo, -cuenta- con un teatro lleno, donde estaban sus padres, amigos, compañeros de teatro, y de la fábrica, “viste que dicen que el actor entra desnudo de cuerpo y alma, esto fue literal”. Así formó parte del elenco para las presentaciones de una gira por toda la región del norte bonaerense.
Pero a pesar de ésta y muchas otras experiencias prefiere trabajar para el público infantil por eso está siempre presente en él, la pieza infantil “Clementina la Pingüina”, con la cual superaron más de un centenar de representaciones. Luego vino la puesta en escena también para el público infantil, “Franki, chocolatín y voltereta”, representaba la vida Frank Brown, considerado el primer payaso argentino, obra con la cual el elenco recibió numerosos premios.
Cuenta también que se sintió muy placentero, cuándo formó parte de un colectivo teatral integrado por treinta actores de San Nicolás, Rojas y Salto, con lo que pusieron en escena la obra “El Proceso” de Franz Kafka.
Con sus años de experiencia, hoy Marcelo, sostiene que no existe un apoyo oficial y mucho menos espacios donde presentar y divulgar la actividad, “creo que faltan espacios para ensayar, para actuar, hoy por hoy la única sala de teatro independiente es Agora. El Teatro Municipal, como el Auditorio, es imposible acceder , tanto económicamente como políticamente, tampoco hay un apoyo monetario, en el teatro pagas todo, actores y actrices hay un montón, pero no hay apoyo. Hoy hay cinco elencos, cundo años atrás había unos quince”.
Mientras tanto considera que tanto el público, como la prensa acompaña masivamente, la actividad, pero que no existe sostén alguno de parte del Municipio, “nosotros en Ágora estamos sobreviviendo gracias al Instituto Nacional del Teatro, al Ministerio de Cultura de la Nación y al Concejo del Teatro Independiente”.
Además, Marcelo, considera que no hay espacios suficientes para divulgar la actividad y compara a San Nicolás, con ciudades vecinas dónde cuentan con varias salas mientras que aquí, “con la cantidad de habitantes, deberíamos tener por lo menos cuatro salas, y todos los fines de semanas actividades artísticas”.
Pero se siente satisfecho con su actividad de titiritero, y a pleno cuando presenta funciones en las escuelas y los chicos quieren sacarse fotos con él, con los muñecos, “a mí me cambió todo a partir que empecé a trabajar con los títeres”. Fue invitado a diferentes festivales. Los que fueron pasaporte para viajar a otras provincias, y desde ahí se abrieron puertas para llevar su arte a otros países.
Los títeres, dice que le cambiaron su forma de vida, ya que lo han llevado a ser reconocido como titiritero en Argentina, Bolivia, Venezuela, Perú, México, Chile y Ecuador.
“Considero que a los niños hay que tenerle muchísimo respeto, porque es un público virgen, qué mañana van a ser habidos de ver teatro”.
Por Nicolás Ballistreri