16.02.2020
Restaurante El Muelle: una de las mejores cocinas del país
Veinticuatro años ofreciendo la mejor cocina de pescado de río para los nicoleños y los clientes de la zona. El restaurante El Muelle es un proyecto conjunto de la familia Lovisolo, en el cual hace punta Carlos Daniel Lovisolo, un multifacético emprendedor, serio y dedicado en todo emprendimiento al que se abocó, dejando una impronta y una suerte de marcas registradas tanto como disc-jockey, como así también en la gastronomía. El Restaurante cuenta con una de las mejores cocinas del país, con la que han participado en el más prestigioso concurso de cocina del país organizado por FEHGRA, donde han obteniendo primeros puestos a nivel zonal y entre los primeros diez a nivel nacional, compitiendo con las cocinas de los hoteles y restaurantes más prestigiosos del país. El 28 de marzo de este año, cumplirá un año en el nuevo local ubicado en el mismo sector costanero. Quienes deseen degustar sus platos puedan hacerlo de jueves a domingo a partir de las 18 horas y quienes quieran ir un poco más allá y saber sobre la historia de la familia, pueden pasar a las siguientes páginas y degustar una historia que a marcado las páginas de nuestra ciudad.
Carlos Daniel Lovisolo I
Carlos Lovisolo, “El Lovi” , un perseverante qiue llevó sus manos desde las bandejas de discos a las bandejas de exquisiteces arroyeñas
Carlos Lovisolo una vez dentro de la casa, se quita los zapatos y la camisa. Esta sólo. Antes de sentarse se detiene frente a su gigante colección de discos de vinilo y pasa el dedo índice por algunos de ellos mientras lee. Busca un disco en particular y un tema de ese disco en particular, para que invada el silencio de la casa con sus melodías, para escucharlo invadir el ambiente después de que un periodista le haya hecho una particular pregunta: “¿Si tuvieras que musicalizar tu vida qué tema elegirías?” Carlos repasa en su memoria el momento de la pregunta y sonríe mientras busca en su vasta colección de discos que asciende a miles, cuando en un momento se le ilumina la cara: ha dado con el disco y el tema que dio como respuesta al periodista. Pero antes que Carlos lo ponga a rodar en el tocadiscos y se siente en el sillón a escucharlo con los ojos cerrados, congelemos aquí esta secuencia narrativa y pasemos a repasar su vida en la que trabajó como disc-jockey y es dueño del restaurante más emblemático de la ciudad, donde se come el mejor pescado: El Muelle.
Hasta hace algunos años El Lovi siguió siendo el dj que marcó una época en San Nicolás
El Muelle
“Tenía trece años cuando lo vi al Pato Silva poner música. Estando una vez en casa probando con dos tocadiscos, se medio por empezar a jugar, y ya quería armar un mezclador, mezclar los discos, así comencé a poner música y lo hice durante 42 años ininterrumpidos. Pero en el año 1994 paseando por la costanera, vi un local vacío que miraba al río, tiempo después abrimos el restaurante El Muelle, hace de esto ya 24 años”, expresa Carlos Lovisolo y pierde la mirada más allá de las vidrieras del negocio, quizás esté buscando con los ojos aquel momento que ahora rememora, quizás esté buscando su fantasma cuando todo comenzaba. El ruido de la puerta de entrada al restaurante lo devuelve a la escena real, mira a uno de los mozos entrar, saluda y vuelve a hablar:
“En San Nicolás faltaba un lugar que se caracterice en servir pescado de río, un punto estratégico para ir a comer pescado a la parrilla.”
Un manjar de El Muelle
Durante dos años fue pizzería-bar y estuvo ubicado en Alberdi y Paseo Costanero, con el paso del tiempo se transformó en Restaurante. Sufrió siete inundaciones, hasta que finalmente el 28 de marzo de 2019, el restaurante mudó su propuesta comercial en el mismo sector costanero, solo que frente al lugar donde abrió en 1994.
Nuevo local
El nuevo local está ubicado en Juan Manuel de Rosas 188, tiene una capacidad para 300 personas y esta cuidadosamente ambientado. La estética del lugar no fue elegida al azar, sino que la familia Lovisolo tomó decisiones en conjunto con un arquitecto, por lo que el restaurante presenta un aire moderno y cómodo al mejor estilo de los restaurantes porteños. El patio es fresco y amplio, hay juegos para niños y una parrilla a la vista donde se cocinan los peces que se despachan.
“Buscamos renovarnos y una mejora, una innovación en la propuesta. La clientela que siempre estuvo sigue frecuentando el lugar y ahora la hemos ampliado, sobre todo con los jóvenes gracias a la suma de propuesta que hemos incorporado, como tablas de picadas, la cerveza tiradas y demás”
Boga, Surubí, Dorado, Pacú y Pejerrey son los peces de río que más se consumen. Después de 24 años presentando al público la siguiente propuesta gastronómica, Carlos Lovisolo conoce mejor que nadie las características de los peces a la hora de elegirlos para servir a sus clientes.
“Los proveedores que tengo saben que me tienen que vender de tal tamaño y calibre los pescados, según la especie. Por ejemplo el Dorado no debe pesar más de tres kilos y medio, una vez despinado presenta una penca de 1 kilo y medio aproximadamente, pura carne. Con la Boga hago lo mismo que con el Dorado, los Surubí deben pesar de ocho kilos para arriba y así cada cual exige ciertas características para que sea sabroso.”
El ojo clínico de Carlos no se agota solo a la hora de elegir la mercadería, sino que también conoce los secretos a la hora de asar las presas.
“Aunque mucha gente no lo tiene en cuenta, tener la parrilla limpia y pegarle un golpe de calor es fundamental para que no se pegue. Por supuesto y está demás decirlo, el pescado debe ser fresco, no congelado.”
Sobre platos y concursos.
Cuando Carlos Lovisolo relata su vida, deja en evidencia que fue el inventor de su propio destino. En los dos proyectos que se ha propuesto crecer, no sólo han sido un éxito sino que también ha logrado plantar una marca registrada con huella propia. Si bien fue un autodidacta tanto en la música como en la gastronomía, no se quedó colgado de su instinto, sino que al igual que su esposa y su hijo estudió cocina y repostería.
“Hemos creados algunos platos como el “Surubí isleño”, ahora le cambiamos el nombre y lo llamamos “Surubí al fuego”: el pez asado a la parrilla, salsa criolla y verduras asadas como morrones de tres colores, berenjenas, cebolla y zucchini”.
En el año 2008 Carlos se recibe de Chef y su esposa Sandra Zaccanti de repostera, su hijo Nicolás se les adelantó dos años en el estudio de Chef. Carlos insiste en resaltar que el restaurante es un proyecto familiar, cuestión que en los concursos de cocina a nivel nacional donde han participado, era toda una rareza para los equipos de cocina de los mejore hoteles y restaurantes del país.
La Federación Empresaria Hotelera (FEHGRA), todos los años organiza en la Rural la llamada Expo Hotelera, donde se realizan concursos de cocina. En concurso consta de dos etapas, primero se concursa a nivel zonal y los ganadores pasan luego a concursar en la Expo Hotelera a nivel nacional.
“Participamos tres años seguido ganando la zona y clasificando primeros, por lo que nos valió la clasificación directa a la Expo Hotelera, me acuerdo que cocinamos diferentes platos con los reyes del río: Cebiche de Surubí como plato típico del lugar, un plato que cocinó me hijo que se llama reyes tenía Dorado, Surubí y Pejerrey , sale con vegetales de la zona y también con una salsa de la zona .”
La cocina del Restaurante el Mulle de San Nicolás de los Arroyos, compuesta y llevada adelante por la familia Lovisolo, concursó en las competencias de cocina con más nivel de la Argentina, junto a las cocinas de hoteles y restaurantes más importantes del país, saliendo tres años consecutivos séptimo, octavo y noveno, todo un logro y todo un orgullo para nuestra ciudad. Importante logro y reconocimiento que por aquellos años ha pasado sin pena ni gloria en el saber de los nicoleños, por eso hoy queremos expresarlo aquí, como un agradecimiento a la familia Lovisolo. También para que los nicoleños entiendan un poco más el valor de la ciudad en la que viven y con las propuestas gastronómicas y culturales con la que conviven.
Los Lovisolo y los Bianucci.
Carlos es de apellido Bianucci por parte de su madre Elsa Bianucci. Los Bianucci llegaron de la región toscana de Italia a la Argentina, más precisamente a Guerrico. El padre de Elsa y abuelo de Carlos se llamaba Eugenio Bianucci y se vino con 17 años a América escapando del espanto de la primera guerra mundial. En Europa había trabajado como mecánico de la empresa Ford en Francia, entonces una vez instalado Guerrico, abre un taller mecánico en la rotonda que caracteriza al pueblo. Más tarde arribará a San Nicolás, en los tiempos en que los ecos del montaje de la siderurgica Somisa. Se traslada con su esposa Natalia Petri y sus tres hijas entre las que se encuentra Elsa, se mudan a una casa con dirección en calle Garibaldi 283 frente al Hotel Londres y al histórico Bar Pancho.
La familia Lovisolo también es oriunda de Italia, el bisabuelo de Carlos se asienta en Villa Urquiza y abre una carpintería, Alberto Lovisolo, el abuelo de Carlos, por aquellos tiempos aun era un niño que creció en el negocio familiar porteño. Unos años después Alberto llega a San Nicolás también atraído por la magnitud de Somisa, pero no con la idea de trabajar como obrero en la fábrica, sino de abrir un Hotel. El Hotel Lovisolo estaba ubicado en calle Urquiza, más precisamente donde hoy se levanta la Clínica Santa Isabel. Alberto se casa con Zaira Gignani y tiene 6 hijos entre los cuales nace el padre de Carlos, Marcelo Lovisolo:
“Tengo el recuerdo de la familia numerosa almorzando los domingos todos en el hotel, los ravioles con salsa y jamón crudo, las primeras Coca-Colas.”
Los padres de Carlos, Marcelo y Elsa, se conocen en las inmediaciones del hotel por el que siempre pasaba Elsa. Marcelo se dedicó gran parte de su vida a la gastronomía dentro del hotel, luego de casado abre con Elsa abre una rotisería y una fábrica de pastas. Elsa abre una peluquería.
Carlos Daniel Lovisolo II
Se relajó sobre el sillón quedando profundamente dormido. Una ventisca le enfrió los pies y lo despertó. Ni bien abre los ojos, le invaden el pensamiento nombres de platos, de parientes, de pescados, discos, autores y se acuerda que no le contó al periodista sobre los discos que tiene firmado por los referentes del rock nacional: Gustavo Cerati, Miguel Abuelo, Virus. Ve a su costado un disco y se acuerda de la pregunta del periodista“¿Si tuvieras que musicalizar tu vida qué tema elegirías?” Y mientras saca el disco y se dispone a colocarlo, piensa que no sabe muy bien por qué eligió el siguiente tema musical, aunque le haya dado una respuesta que no convenció demasiado al periodista. O quizás sí lo sabe, porque verse a uno mismo desde niño y rodeado de los afectos que le marcaron el camino, le sacude a uno las entrañas, las emociones y las brisas cálidas que traen los recuerdos, aunque no sea en el momento exacto del relato, deja vibraciones en el alma y en el cuerpo, como se experimentan los sueños una vez despierto. La noche ha ganado la ciudad y Carlos piensa en la luna entrando al río Paraná, piensa en los pescadores, piensa en los peces mientras pone la uña sobre el disco para que suene It’s a Heartache» de Bonnie Tyler. (ver video) :