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M.R. Kurt y la estética de la barbería

 

Iván Metz es el dueño de la barbería M.R Kurt. Iván no dejó al azar nada del local que allí lo constituye. La estética que lo conforma fue planificada y puesta en escena con criterio casi artístico, pensada previamente por alguien que piensa la profesión desde su universo completo.

Una hibridación del tiempo.

La clientela de la Barbería M.R. Kurt, cuando ingresa al local, se introduce también en la propuesta de su estética. De punta a punta el lugar es un viaje estético que destila arte. El decorado de sus paredes, es una invitación a degustar el lugar.

En la parte de atrás del local, donde se extienden dos cómodos sillones de cuero, hay colgada de un rincón  una bicicleta color óxido decorativo de 1973. Iván cuenta que el anterior dueño la sacó de una chatarrería y cuando la publicó en las redes sociales, apareció el dueño que de niño la usaba, pero ya se la habían prometido a él. También hay una guitarra eléctrica, de ella cuelga una gorra roja y blanca con el logo de la barbería M.R. Kurt. Frente a la guitarra un hermoso espejo con marco labrado y dorado, pone cierto encanto a la zona de reposo o espera de la barbería, hay una heladera pequeña y ploteada que simula una caja de whisky Jack Daniels. Más abajo una antigua valija con un plato de batería arriba y desparramados por diferentes paredes cuadros con etiquetas de bebidas (preferentemente whiskys), una moto Harley Davidson. La luz de la vidriera que da a calle Rivadavia, ingresa y proyecta un reflejo sobre todos los elementos nombrados, a los cuales los sostiene el color negro de las paredes. La antigüedad del decorado, los  dorados, los rojos, plateados, blancos y el reflejo de los  espejos, invitan a un espacio distinto en la ciudad, pareciera que uno ingresara a un vieja que mezcla lo moderno, la antigüedad y la posmodernidad de los peinados y barbas que de allí entran y salen a lucir el siglo 19.

 

El sillón y el espejo.

Pero hay dos elementos en particular que se destacan, tanto por su historia, como por su belleza o antigüedad: el espejo de tres cuerpos que se remonta a 300 años de edad y el sillón de la barbería con su historia particular.

“A través de una casa de antigüedades de la ciudad, conseguí este espejo en la ciudad de Rosario. Lo que ´se es que lo trajeron de Europa, los bordes del espejo presentan una simbología que según hemos averiguado pertenece a un escudo de alguna familia de la época.” El espejo trabajosamente labrado en sus bordes de roble, el color marrón restaurado con cuidado, queda tres veces más hermoso con un ramo de flores amarillas que se recuesta sobre el espejo”.

“Al sillón lo habían sacado afuera, perteneció a un antiguo peluquero de la ciudad. Hay un cliente que me dice él haberse cortado el pelo de muy pequeño, por lo que hemos deducido que este sillón quizás perteneció al padre del último dueño, que hoy ya no ejerce más la profesión. Un amigo mío iba para la costanera y lo vio, estaba en la vereda a la vera de quien lo tome. Yo lo busqué y lo restauré. Averigüé su marca, es alemana, es un estilo de sillón: estilo Koken. De este sillón voy a terminar de restaurar su mecanismo, pero en breve voy a traer otro, también una pieza hermosa para quien nos gusta esta profesión.”

 

Sillón de barbería: un poco de historia

En 1878 se patenta la primera silla reclinable con reposapiés por la empresa “Archer Company” de Saint Louis. Le siguió rápidamente una silla que se subía mecánicamente. Eugene Berninghaus de Cincinnati mejoró el diseño de Archer y presentó la primera silla giratoria con reclinable, el “Paragon”. Años antes, en 1871 se forma la empresa “Koch. Company” en Chicago y más tarde incorpora todas estas innovaciones en su silla mejorando los diseños de “Archer company” y “Berninghaus Co” logrando alcanzar una cuota de ventas de más 35.000 sillas en el periodo anterior a 1885. Los productos de “Koch” eran de primera calidad prueba de ello es que algunos han llegado en optimas condiciones hasta nuestros días y son muy demandados. No se limitaron a la venta de sillones pues también distribuían espejos, postes, taburetes y puestos de limpieza. En 1897, Samuel Kline de “Kline Chair Company” patentó una silla. En 1905 presento una demanda por violación de patentes contra Theodore Koch pero fue anulada. Un año antes presentó una patente para una “silla ajustable” que le fue concedida en 1907. 

Todas estas innovaciones cambiaron radicalmente el mercado. Pasaron de una silla de madera a una silla que se reclinaba y que se podía subir haciendo girar el sillón hacía un lado para ajustar al cliente a nuestra altura, para bajarlo no había más que hacerlo girar en sentido contrario. 

 

Ernest Koken.

En 1900 llega el sillón que revoluciono las sillas de barbero y hasta nuestros días se sigue usando este sistema aunque con algunas modificaciones.  Ernest Koken, un inmigrante alemán que ya a sus 19 años destacaba por su buena reputación, creó una silla hidráulica que funcionaba sin necesidad de tener que hacer  girar el sillón, simplemente usando un “joystick de palanca lateral” que más tarde patento y que permitía a un barbero controlar las funciones mecánicas del sillón. Durante años esta empresa fue líder indiscutible del mercado ya que suministraba a las barberías cepillos, maquinas de corte, tijeras y mucho más. El edificio que albergo a esta empresa aún sigue,
en pie en estos días y está ubicado en Saint Louis.

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