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Los 70 años de Charly García: un mito que sobrevive a la par de su inmensa obra

23.10.2021 Genial, polémico, lúcido y, en muchos pasajes de su trayectoria, adelantado a su época, Charly García, el hombre de oído absoluto que siempre supo reinventarse, marcó la historia del rock argentino y devino en un pilar de la cultura nacional a partir de una obra rica e influyente.

Charly trasladó al plano local la figura del «rockstar», con algunos escándalos públicos incluidos, y su sensibilidad musical lo llevó a crear un estilo único que le permitió atravesar diferentes etapas –que van desde el rock progresivo al rock sinfónico, las influencias de la new wave y el uso de máquinas, el folk y sus conocimientos de la música clásica volcados a la canción-, sin perder la identidad.

Ya sea al frente de populares bandas como Sui Generis, La Máquina de Hacer Pájaros y Serú Girán, o en su brillante etapa solista, sostuvo esta actitud con una obra capaz de conciliar alta calidad y popularidad.

Muchas de sus canciones se erigieron en clásicas bandas de sonido de distintos momentos de la historia reciente, tal como ocurre con «Aprendizaje», «Canción para mi muerte», «Películas», «Peperina», «No llores por mí, Argentina», «Los Dinosaurios», «No bombardeen Buenos Aires», «No me dejan salir», «Demoliendo hoteles», «No voy en tren» y «Filosofía barata y zapatos de goma», entre tantos otros.

Con Nito Mestre, su compañero de la secundaria Dámaso Centeno, formó Sui Generis, donde desplegó, hasta su separación en 1975 con entonces inéditos recitales multitudinarios en el estadio Luna Park, una obra viva hasta el día de hoy.

La segunda mitad de los ’70 mostró a un García más cercano al rock progresivo, el cual asumió de manera magnífica, uso de Mellotron mediante, en La Máquina de Hacer Pájaros y, más tarde, en Serú Girán, formación en la que también brillaban David Lebón, Oscar Moro y un joven Pedro Aznar.

Este período se caracterizó además por la capacidad de Charly para contar el oscurantismo al que la dictadura cívico-militar había sometido a la Argentina, sobre todo a partir de canciones como «No te dejes desanimar» de La Máquina y «Canción de Alicia en el país», de Serú.

Las publicaciones de «Como conseguir chicas» y «Filosofía barata y zapatos de goma, dieron paso al fallido aunque redituable regreso de Serú Girán, hasta que en julio de 1994 grabó «La hija de la lágrima», su séptimo disco de estudio presentado como una ópera-rock que contempló piezas instrumentales, canciones memorables como «Víctima», otras pegadizas como «La sal no sala» y «Chipi-chipi» y un concepto sonoro que marcó el rumbo de lo que vendría.

En medio de una producción caótica y dispar (que incluyó «Estaba en llamas cuando me acosté», un «Unplugged» para la cadena MTV, «Say no more», «El aguante» y dos discos en vivo: «Demasiado ego» y «Charly & Charly», que registró un recital privado para el entonces presidente Carlos Menem), compartió con su amada amiga Mercedes Sosa el excepcional «Alta fidelidad» (1997).

Tras un recital gratuito compartido, el nuevo siglo lo encontró arrojándose desde el noveno piso de un hotel mendocino a una pileta de natación tras una febril noche, reponiendo la dupla con Nito Mestre (a partir de «Sinfonía para adolescentes») y publicando discos como «Influencia» y «Rock and roll yo», hasta una crisis psiquiátrica y por adicciones de la que fue rescatado por Ramón «Palito» Ortega.

El lento regreso a la actividad incluyó la salida de «Kill Gil», la puesta «Líneas Paralelas (Artificio imposible)» en el Teatro Colón y un nuevo disco, «Random», lanzado en febrero de 2017, además de esporádicos recitales titulados «La Torre de Tesla» en los teatros Coliseo y Gran Rex y el estadio Luna Park que agotaron localidades y funcionaron como postales de una vida artística genial que se celebra y se recrea y a la que le sumará –al menos- un disco más que está prácticamente terminado

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