14.06.2018/14.30 horas. Cuando Yolanda atiende la llamada, un halo de amargura brota de su voz y vibra en el teléfono. Se atropella en el relato. Lo más claro que llega a entenderse es que está camino a Barrio San Francisco, a la casa de unos parientes y que mañana se va a La Plata, porque la enfermedad de su hijo se agravó en estos días.
“Mi hijo se llama Pedro Milán, pero le decimos Pedrito porque se llama igual que su padre, a los 17 años se le declaró esta enfermedad que se llama Pioderma Gangrenosa con Síndrome Papaya, es una bacteria que crece en la piel y la consume, es una enfermedad que en Argentina sólo tienen 20 personas, hoy Pedrito tiene 22 años, lo llevé a todas partes y nada, hasta que legué a la Ciudad de La Plata, al Hospital Juan de Dios, ahí nos abrieron las puertas de par en par, nos trataron con mucho cariño, clínicos especialistas y 5 dermatólogos, hicimos los estudios genéticos que me salieron 1 mil pesos, acá en mi pueblo, General Rojo, los vecinos me ayudaron hicimos una cena show y juntamos la plata, eso fue el 28 de octubre del año pasado, el 29 viajamos a al Hospital y esperamos 2 meses los resultados que arrojaron la enfermedad que te nombré”
Yolanda habló casi sin respirar, como si fuese un prólogo tormentoso que sabe de memoria. Quedamos en tomar un café y charlar en el bar de la Estación para profundizar un poco más en el tema. El encuentro no pudo darse. Yolanda me pide disculpas y me envía fotos por el celular. Son realmente impactantes. Son heridas, agujeros que parecieran ser abiertos a mordiscones. En una de ellas se lo ve a Pedro acostado, con una pierna alzada que muestra agujeros literalmente hablando. Su cara parece perdida entre el dolor y la resignación. Continuamos con Yolanda hablando por teléfono.
“Fuimos a Buenos Aires la semana pasada, yo y un representante de una Fundación en la que Pedro está inscripto, fuimos a pedir los medicamentos que salen 45 mil pesos, el Estado se comprometió a enviarlos, pero hay que esperar alrededor de 3 meses, con ese medicamento algo mejorará su vida, sólo mejorara, porque la enfermedad de mi hijo no tiene cura, no puede jugar al fútbol, ni meterse a una pileta, el verano pasado no se aguantó y se metió al arroyo, y estuvo 5 días internado realmente complicado, en el verano se complica mucho más, ya que no tengo aire acondicionado, yo no tengo trabajo estable, él necesita de cuidado en las comidas por la enfermedad y porque es diabético, vendas y cremas todo el tiempo, necesito trabajo, tengo varios cursos realizados en diferentes ramas, estudios concluidos, fui a hablar con Passaglia para que ingresar al penal pero me dijo que no puede ayudarme”
Por momentos se enoja y ese enojo se le mezcla con lágrima que se oyen brotar del otro lado del teléfono, un nudo en la garganta, unos sollozos que supuran del alma de esa madre que al relatar su situación se desespera por momentos. Luego se calma y continúa.
“Mañana viajamos a la Plata porque la enfermedad está avanzado a pasos agigantados, acá en la Argentina no hay cura para esa enfermedad, me dijeron que hay una esperanza en Chile, por eso cuando logre estabilizar la bacteria que hoy día está avanzando a pasos agigantados, voy a organizar una cena show o algo por el estilo para juntar dinero y poder viajar con Pedrito, los pasajes de todos los viajes a Bs As y La Plata he logrado gestionarlos por medio del Hospital, es lo que corresponde, al menos ahí alivio gastos, después pensión, comida y lo demás corre por mi cuenta que no tengo para nada un buen pasar económico, todo lo contrario, para quienes quisieran ayudarme, necesito sábanas, colchón, , una cocina a leña para no gastar tanta garrafa ya que e frío lastima peor que el calor las heridas, hay veces que no tengo los 300 pesos para la garrafa, quien se acerque a ayudar lo vamos agradecer mucho”.