Hace algunas semanas atrás Leticia Azzaretti, quien es Licenciada en nutrición, también Magister en salud pública, investigadora del Centro de Investigaciones en Problemáticas Alimentarias y Nutricionales (CISPAN) de la Escuela de Nutrición de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), publicó un pequeño texto en su estado de facebook, donde se refería a la condición angustiantes de personas con respecto a la alimentación diaria.
Por pasillos y barrios alejados Azzaretti lleva adelante una investigación donde describe los entornos obeso-génicos de unidades domésticas (hogares) en condiciones de vulnerabilidad social y su relación con el estado nutricional de sus integrantes.
Llamadas telefónicas, mensajes de textos, audios de whatsapp y vídeos, fueron otorgándonos un cúmulo de testimonios, donde se narran los testimonios que la investigadora. Una vez que el contacto fue fluido y pudimos chequear que dichos testimonios son verídicos, hemos accedido a publicar las esquelas testimoniales, desgarradoras por cierto, que nos hace llegar un profesional que trabaja en relación a una temática muy sensible para los seres humanos: la alimentación.
Testimonio.
“Interrogo a los pacientes que han tenido alguna afección y que parte de su tratamiento tenga que ver con la dieto-terapia. Ayer particularmente era un chico de 38 años que había tenido un infarto. Primero lo pesé, porque es parte de la rutina, me cuenta que él antes pesaba 25 kilos más, y yo muy ingenuamente para mí dije “bueno se estuvo cuidando”. Le dije entonces que me cuente qué fue lo que había hecho, qué cuidados había tenido para modificar su peso. Me responde:
“Desde hace 3 años, desde que está este gobierno, empecé a dejar cosas que a mí me gustaban, de comer cosas ricas, de tomar gaseosas, alimentos de panadería, también variaba los platos y hoy como siempre lo mismo”. Desde el punto de visto nutricional, es muy bueno que deje de tomar gaseosas. Pero el punto es que modificó su dieta a la fuerza, no por elección.”
“Lo que también mencionaba era que después del cuadro que estaba pasando, se iba a poner mejor, porque iba a reclamar mejores condiciones en su lugar de trabajo, una empresa. Estaba trabajando 15 horas por día de seguridad, me dijo que tiene un solo día de franco y cobra $16 mil pesos. Dijo que su jefe estaba muy preocupado porque lleve adelante acciones legales. El patrón lo llamó y le dijo que se quede tranquilo, porque al trabajo él no lo iba a perder”
“No es la primera vez que escucho relatos como este, todo el tiempo estoy interrogando sobre la alimentación, es algo muy sensible y que hoy se ve afectado por muchos factores, donde el económico es el más importante. Cuando pregunto qué tipo de carne se come, me dicen pollo, no porque es lo que más gusta sino lo que se puede comprar, dicen todos. Pero lo más triste de todo es cuando las personas se van de alta y no quieren abandonar el lugar, porque “acá se come bien, acá está calentito”, esas son frases recurrentes, es realmente triste.”
“¿Por qué decido hacer público todos los
testimonio que hoy rescato
?. Porque hablar de alimentación en estos días es ineludible, hablar de lo que
falta en la mesa es obligatorio, el hambre impide potenciar el desarrollo de
las personas. La alimentación hoy, es un Derecho cercenado para gran parte de
los argentinos. Es una manera también de generar una catarsis para un
profesional que no sabe qué hacer con toda esta información, al menos la pongo
al servicio de los ciudadanos para que sepan cómo la están pasando otros
argentinos”.