03.09.2018 El proceso de devaluación del peso, nuestra moneda nacional, de los últimos meses, obligatoriamente nos tiene que llevar a reflexionar sobre la naturaleza de dicho proceso. Podemos preguntar si su depreciación es causa natural de la inestabilidad macroeconómica, o bien si es un acto deliberado de la matriz neoliberal que impone sus políticas y tan bien ejecuta el actual gobierno. Pero más allá del reclamo libertario de la clase media, que entiende la atesoramiento de sus ahorros en dólares, como resguardo de estabilidad, se agazapan fuertes intereses corporativos que alimentan y festejan (aunque a escondidas) la estampida del valor del dólar.
Podemos citar en principio, a todos los grupos económicos; que al igual que el pequeño ahorrista, aunque en mayor escala, atesoran moneda extranjera. Conocedores de los ciclos económicos y de la fragilidad gubernamental, dolarizan sus utilidades a la espera de un devaluación. Vale citar palabras el mismo ex Ministro de Agricultura, quien declaró mantener sus ahorros en moneda extranjera y el exterior, como buen resguardo. A su semejanza todas las primeras líneas gubernamentales lo manifestaron en sus declaraciones juradas. Lejos quedó aquella idea de pesificar todos sus ahorros, como medida ejemplar…En este mismo eje podemos también citar los sectores conservadores y concentradores de riqueza, quienes encuentran en la devaluación un fuerte disciplinador social, apalancados en la concentración comunicativa.
Los grandes grupos industriales multinacionales y el sector agroexportador, también ven con beneplácito e festejan, la desvalorización del peso, ya que implica directamente una baja de los salarios, entendidos como costo, potenciados a su vez por el aumento de sus ventas al exterior. Asi su ganancia se maximiza, ya que cobran sus ventas al exterior en dólares y pagan salarios en pesos.
Ni hablar quienes se subieron a la bicicleta financiera, ingresando dólares, convirtiéndolos a pesos, colocándolos a tasa de interés altísimas, volviendo a comprar dólares y girándolos al exterior.
También sacan provecho los meros especuladores, que encuentran en esta apertura , la fluidez necesaria para aprovechar comprar moneda extranjera y con un simple clic de computadoras, depositarlos casi instantáneamente en el extranjero.
Si a esto le sumamos la percepción de ingobernabilidad y desconcierto por parte de las autoridades, la demanda y consecuente fuga de divisas, es incontrolable.
De allí, que las medidas de control del gobierno anterior, sobre el tipo de cambio y la disposición de moneda extranjera adquieran sentido y probablemente, vaya paradoja, suenan nuevamente en el abanico de medidas a tomar por el gobierno con el fin de resguardar las divisas existentes y privilegiar su utilización para el pago de los compromisos de deuda y el requerimiento de insumos y maquinarias que no se fabrican en el país y deben pagarse en dólares.
Entenderlo, también debe ayudar a comprender porque quienes se quejaban por no poder ahorrar en dólares, o pagar retenciones por viajar al exterior a pasear, gran parte clase media trabajadora, hoy no pueden escapar de la crisis sin siquiera permitirse pensar en un pequeño ahorro.
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