El Disparador
13.09.2021 El resultado a nivel nacional por estas horas dejaría al Frente de Todos con derrotas en 17 o quizás 18 de las 24 provincias argentinas. Resultados dispares, los hay reversibles, otros mejorables. El golpe más duro para el gobierno es en la provincia de Buenos Aires. Allí, en el corazón del padrón electoral argentino, la coalición del Frente de Toda araña la cantidad de votos que sacó Unidad Ciudadana (con CFK a la cabeza) en 2017, una elección en la que el peronismo dividió votos con el Frente Renovador de Massa y el extinguido frente Cumplir de Florencio Randazzo. Dejamos un puñado de ideas sobre la mesa de una noche agitada.
Es de mañana , y todavía resuena el mensaje de las urnas: queríamos vivir mejor, pasaron cosas, pero no hay excusas. Con 93,62% de las mesas escrutadas en PBA y una participación del 68,33%, la interna de JUNTOS (38,10%) supera por aproximadamente 400 mil votos al Frente de Todos (33,56%) La lectura del dato es irreversible: luego de un año y medio de pandemia, el oficialismo sólo conservó el voto kirchnerista, un capital importante pero que solo no alcanza.
El costo que se pagó por el inevitable -aunque perfectible- cierre de la economía, algunos errores evitables y la continuidad de la caída del poder adquisitivo del salario, fue la pérdida del apoyo del sector que en 2019 estaba aterrorizado después de cuatro años de paseo en el tren fantasma del macrismo. ¿Dónde fueron esos votos? La aritmética electoral, muchas veces fallida, induce a que el destino fue múltiple pero también a que una extensa mayoría no fue a votar este domingo y definirá su voto más cerca de noviembre.
Todo hace suponer que tanto el FdT como JUNTOS, terminarán estas elecciones PASO por debajo de la cantidad de votos que sacaron en las generales de 2017. Si estos resultados se comparan con 2019, el FdT lleva la peor parte: está casi 2,5 millones de votos debajo de aquella marca histórica. Se pueden decir muchas cosas del kirchnerismo, pero jamás que sea especialista en ganar elecciones de medio término. Luego de su única victoria en 2005, perdió en 2009 con Alika Alikate, en 2013 con Sergio Massa y en 2017 con un desconocido Esteban Bullrich.
El análisis de las anteriores PASO nos deja una certeza: las fuerzas mayoritarias siempre aumentan su caudal de voto en las generales. Esto se da por tres razones:
- aumenta la cantidad de votantes (el paso del tiempo consolidó la tendencia de un sector de la sociedad de jugar solo el partido por los puntos),
- hay un porcentaje del voto de las fuerzas minoritarias que migra hacia los principales frentes electorales en forma de voto útil,
- se incorporan los votos de las listas que no logran superar el piso del 1,5% que impone la ley.
De la disputa de todos estos “nuevos” votos y de la capacidad de JUNTOS por retener los votos de Manes, depende el futuro del gobierno y la coalición gobernante en noviembre y más allá.
Difícilmente la pelea por esos votos pueda ser exitosa si se piensa solo en lo comunicacional y simbólico. La sociedad quiere vivir mejor, y es un derecho que no anulan las pandemias. Falta mucho por hacer, sobre todo en una campaña que por el contexto sanitario o la comodidad, se alejó del territorio y de su gente. La inflación es el tema de la calle y los salarios van con la lengua afuera corriendo de atrás.
Antes de la medianoche, hablo el presidente Alberto Fernández ante un atento auditorio. Dijo que su gobierno escuchó el veredicto de la sociedad, prometió trabajar “para resolver las demandas insatisfechas planteadas” y dijo que hay errores que no deben volver a cometerse. Alentó a las bases militantes a salir mañana mismo a conversar con la gente.
Tres meses de campaña pueden ser poco tiempo para cambiar un resultado, pero dos años de gobierno son una eternidad. Próxima estación, Esperanza.