05/05/2022El Diputado Provincial por UCR-JUNTOS Julio Pasqualin, da su opinión y reflexiona sobre el sindicalismo en nuestro pais.
“Hace algunos días los nicoleños asistimos a un intento de paralización del servicio de recolección de residuos. La decisión de prescindir de una función tan esencial para la salubridad de nuestra población fue adoptada por el Sindicato de Camioneros, en respuesta a una orden judicial que afectó a uno de sus integrantes, y de la cual no amerita el interés de este artículo. Afortunadamente, la situación pudo ser desactivada rápidamente.
Sin ánimo de polemizar sobre la metodología adoptada por dicho sindicato, y tratando de hacer una reflexión más profunda, considero oportuno intentar hacer un análisis sobre la realidad por la que transita el sindicalismo argentino, quien junto a la política en general se encuentran en un franco retroceso de descreimiento y desaprobación popular.
Como punto de partida, creo necesario afirmar que los sindicatos son una herramienta importante, necesaria y vital para el desarrollo laboral argentino; un sindicalismo que defienda y ampare a los trabajadores, siempre bajo la búsqueda de una mejor calidad en las condiciones laborales y su consecuente desarrollo económico y social de bienestar.
Pero contrariamente, sería un error ignorar los graves problemas por los que atraviesa el sindicalismo en la actual coyuntura. Si no se logra ver y atender el señalamiento de cambios que la sociedad reclama con énfasis, se seguirá mirando hacia otro lado, desconociendo los justos reclamos y poniéndose a la defensiva de cualquier tipo de cuestionamientos.
Bajo la premisa de que es fundamental contar con un gremialismo fuerte y renovado, y no un sindicalismo desprestigiado y vetusto (tan favorable a los intereses de las grandes corporaciones y una derecha voraz que apuesta a su debilidad), me permito ejercitar un simple disparador que nos permita abrir una discusión tendiente a diagnosticar el estado general de esta herramienta tan importante para el sector laboral.
Es innegable que nuestro país merece una profunda y rica discusión sobre cómo transformar y aggiornar a estos nuevos tiempos la función gremial. Sería injusto caer en el saco de las generalizaciones absurdas y sin sentido. Dentro del gran abanico que encierran las organizaciones gremiales, hay ejemplos de sobra donde la vida democrática se declama y se practica. Pero tal vez debiéramos comenzar por reconocer que es imposible pensar en un sindicalismo más fuerte y más plural si no se pone el acento en establecer las mismas reglas de juego en el conjunto de las asociaciones sindicales.
¿Por qué no pensar en un sindicalismo del siglo XXI que los obligue a realizar procesos electorales libres, periódicos, directos, abiertos, competitivos y transparentes?
¿Por qué no proponer a través de una ley sancionada en el Congreso, que aquellas asociaciones que no cumplan con dichos requisitos, podrían ser pasibles de perder el control de las obras sociales?
¿Resulta una utopía pensar en un sindicalismo más democrático y transparente, donde sus líderes puedan permanecer en sus cargos cuatro años, con una sola reelección consecutiva?
¿Es tan ilógico exigir en los gremios el respeto por las minorías en las comisiones directivas y que todas las elecciones sean directas y no indirectas como hasta ahora?
El secretario general de la CGT, por ejemplo, ¿No debería ser elegido por el voto de todos los trabajadores del país?
Estas reflexiones propuestas no pretenden obstaculizar la necesaria independencia que debe primar entre las organizaciones sindicales y el Estado. Es fundamental que los trabajadores tengan verdaderos y genuinos representantes, elegidos por el núcleo de sus afiliados; que los sindicatos representen los intereses de la clase obrera y no los de los sindicalistas. En definitiva, es necesario que las asociaciones gremiales comiencen a gestar un compromiso más fuerte y activo en su práctica democrática, respetando mayorías y minorías. Esto permitiría una reconciliación con el grueso de la sociedad, poniendo a los sindicatos a la vanguardia de las enormes demandas y cambios que el presente siglo nos reclama.”
