24.12.2018 Hace muchos años en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario un profesor, hoy Premio Konex, nos enseñaba que una revolución es cuando se cambian los que mandan y los criterios con los que se mandan; las dos cosas juntas.
Entonces, lectores, sin dudas estamos frente a la revolución feminista porque están cambiando los criterios de mando – eminentemente masculinos- y quienes mandan, mayormente hombres.
Tengo algunas firmes convicciones: hombres y mujeres somos distintos. Distintos anatómicamente, distintos fisiológicamente, distintos hasta en expectativa de vida; pero esencialmente iguales en derecho. La trampa es esa. Distintos pero iguales.
Soy distinta a mi hermana con quien comparto genética. Soy distinta a mi marido, a quien yo misma elegí para toda la vida. Pero todos somos iguales en derechos o debiéramos serlo. El mismo derecho a vivir dignamente, el mismo derecho a educarnos, trabajar, transitar expresarnos, descansar, esparcirnos, etc., etc.
Como mujer les aseguro que la revolución también está sucediendo en cada rincón de nuestro querido pago de los Arroyos. Sucede sin prisa, pero sin pausa; nos interroga, nos deconstruye, nos obliga a desaprender y andar nuevos caminos. No es algo que solo vemos por tele, lectores.
En la década del ochenta, siendo yo una niña tuve un episodio arriba de un colectivo y nadie, nadie, nadie se metió. Aún recuerdo a mi papá pidiéndole al chofer ir a una comisaría. Hace muy poquitos días una persona muy cercana pasó por la misma situación en un colectivo y tanto el chofer como los pasajeros reaccionaron abroquelados y pacíficos para proteger a esa joven. Algo nos cambió a todos.
No nos gusta que nos griten, como a ustedes. No nos gusta que nos peguen, como a ustedes. No nos gusta que nos maten, como a ustedes. Nos gusta elegir qué estudiar, como a ustedes. Nos gusta elegir el trabajo y la ropa y nuestra pareja, como a ustedes. Nos gusta caminar sin miedo, como a ustedes. Y cuando decimos No es NO. Que me disculpe Arjona, pero no es un no con la puerta abierta.
Esta revolución, como todo cambio dramático, contiene en su seno expresiones de todo tipo, pero pasará el tiempo de la ira y la tempestad y quedará la sororidad. Esta nueva era nos pone a todas las mujeres en una misma calle, claro que somos distintas- aún entre nosotras – claro que pensamos distinto; pero existe un núcleo duro que es intocable: la igualdad de derechos.
Hablamos de paridad, no de mejores o peores. Hablamos de nivelar la balanza, de eliminar asimetrías. Por supuesto que hay hombres absolutamente aggiornados, pero hay hasta mujeres que – por ejemplo- naturalizan que estamos hechas solo para lo doméstico. Lo doméstico es maravilloso, si es una elección y no una imposición.
Que nadie nos obligue a nada, que la obligación sea ser libres, que seamos libres “todos” para ser mejores, que seamos mejores para hacer un mundo más justo, que finalmente se haga justicia.
Ojalá el año venidero encuentre mujeres empoderadas y hombres más libres, porque esta nueva era también los libera de la necesidad de ser machos, del mandato de una masculinidad violenta, que ustedes cambien y que nosotras no seamos lo que ustedes están dejando atrás.
Especial para Sannicolasnews.com por:
NATALIA ANALIA MARTINEZ, ABOGADA
ESPECIALISTA EN MAGISTRATURA
ESPECIALISTA EN DERECHO DE LA SEGURIDAD SOCIAL
DOCTORADA EN DERECHO