Basta para mi
Después de una extensa carrera como árbitro, Fernando Marconi este año se terminó alejando de una profesión a la que llegó casi de casualidad y de la que se enamoró. Como toda historia, tiene sus momentos lindos y otros no tanto, hasta que el amor se acabó, aunque su vinculación desde niño con el deporte está más vigente que nunca. Suena el silbato, Marconi responde.
– Uno te ve y cree que siempre estuviste vinculado al deporte, ¿Es así?
– Siempre fui multideportes, jugué al fútbol en San Cayetano, Belgrano y en La Emilia, natación, tenis. Siempre me gustó la educación física y por suerte pude hacer lo que me gustó y eso es lo más importante.
– ¿Cómo fue tu llegada al arbitraje?
– Me acerque a esto meramente por la parte económica. Estaba haciendo el profesorado de educación física y hablé con un tío que también fue árbitro, José Catalano para tener otro ingreso. Quería ser árbitro de baby futbol, pero él me explicó cómo era la carrera, así que al principio dirigí lo que son las infantiles de la Liga Nicoleña y al segundo año ya estaba en primera. Fue todo muy rápido. Al otro año salió la chance de hacer el curso de árbitro nacional y no lo dudé. Junto con un amigo como lo es Gustavo Contreras y dos chicos más de Pergamino, tenemos un montón de anécdotas y momentos compartidos en viajes todos los meses a Olavarría y es de las cosas más lindas que me dejó todo esto.
¿Hay que estar un poco loco para ser árbitro?
– Esta buena la pregunta, porque me fui encariñando con esto y a medida que pasa el tiempo, uno quiere ir progresando, compitiendo con uno mismo. Esta bueno mirar de donde saliste y hasta donde llegaste. Mi inquietud fue siempre llegar al fútbol profesional, uno hizo todo lo posible y lo pudo llegar a lograr y todos esos momentos vividos es lo que se lleva.
– ¿Cómo fue tu llegada a ser árbitro de AFA?
– Cuando terminé el curso de árbitro nacional, ya venía dirigiendo partidos de los viejos torneos argentinos y en ese momento, hubo una renovación del plantel arbitral de AFA. Eran tres cursos, donde aproximadamente éramos 140 chicos, entre los cuales estaba Néstor Pitana con quien compartí muchas cosas, es amigo y creo fue el primero en subir. De todos, después de varios exámenes físicos y teóricos, de los informes de veedores, terminamos firmando 15, yo lo hice como asistente de B Nacional.
– ¿Qué recuerdo tenés de ese primer partido como árbitro contratado?
– Terminé debutando en el clásico de Entre Ríos, Gimnasia de Concepción del Uruguay frente a Patronato. Partido televisado, completo. Mucha adrenalina, mucha emoción, muchos sentimientos. Me acuerdo de que la delantera de Patronato era “Carucha” Muller y “Loco” Marzo, que hasta hacía poco los veía por tele.
– ¿Cuánto tiene que ver la contención familiar en una profesión que te expone tanto?
– Hoy en día la profesión está muy expuesta por las redes sociales, por ejemplo, Néstor Pitana no tiene nada, no las usa, ni lee los diarios para ver cómo le fue. Si estás pendiente de todas esas cuestiones externas, creo que detonas la cabeza. En mi caso, al trabajar de profe en San Nicolás, o entrenando por gustarme el atletismo no estaba todo el tiempo consumiendo fútbol y canalizaba por ahí. La contención familiar es importante, sobre todo cuando empezás a llegar arriba y todos se te quieren colgar.
– Se dice que si tenés un contacto o un familiar en AFA se hace mas fácil llegar. ¿Es tan así?
– Creo que hay que tener un poco de talento, más allá de que hoy por hoy es todo muy parejo. Hoy no hay un Elizondo, o un Castrilli, pero si, si hay un conocido en AFA es más fácil llegar. Después, la estadística no falla. Yo nunca vi nada raro, pero creo que la ruptura del sindicato de SADRA tiene que ver con esto y cosas que el sindicato denunció, como este último caso que pasó con Defensores de Villa Ramallo, que le terminaron rompiendo el auto al árbitro, a quien no nombro porque no me gusta hablar de otros. Él llegó a donde lo hizo por el gremio, después cuando no le sirvió más terminó renunciando. Un oportunista.
– ¿Esa ausencia de contacto te pudo perjudicar para no llegar a primera?
– Creo que si, sumado a no tener una liga fuerte que respalde y algunos motivos personales.
– El arbitraje es una profesión en la que se convive con el error. ¿Cuánto de fortaleza mental se necesita para ser juez?
– Fortaleza mental se necesita siempre. En mi caso, una vez que sonaba el silbato me abstraía de todo y me concentraba en lo que pasaba adentro. Alguna vez hasta dirigí con el reloj de correr para medir el tema de las pulsaciones, que subieron mucho cuando expulsé a un jugador. Es increíble cómo trabaja tu cuerpo con tu mente. Un buen ejemplo es un recordado partido en Concepción del Uruguay, donde me equivoqué y sancioné un penal que no era para Talleres y encima el asistente anuló dos goles de Gimnasia. Esa semana, como nunca, Gustavo Bassi me llamó y me dijo que el equipo de Cordoba había preguntado cómo me veía a mí. Yo quería hacer mi trabajo como siempre, pero me hago cargo que ese día me equivoque. Creo que seguí jugando porque Talleres fue el que ascendió. Por eso es importante la fortaleza mental.
– ¿Cómo vez el arbitraje hoy por hoy?
– Siendo sincero, veo muy poco fútbol. Pero no sé si hay mucho recambio abajo. Por ejemplo, Rapallini me parece demasiado histérico. Soy amigo de Darío Herrera, creo que venía muy bien, pero se estancó y el que si me gusta mucho es Facundo Tello. A los árbitros de primera a todos les hice de cuarto y los conozco, por eso creo que en Argentina no hay ninguno que trabaje los partidos como Patricio Losteau.
– ¿Y la aplicación de la tecnología?
– Hoy, con el intercomunicador y con el VAR es un equipo arbitral, creo que bien usado, como herramienta esta bueno, aunque para cosas muy puntuales. El problema es, por ejemplo, cuando pasa lo de la Copa América, que no fue bien usado. Hay algunos casos que los árbitros hoy ya no dirigen y se lo manejan desde arriba con la tecnología.
– ¿Extrañas el arbitraje?
– Se extraña la adrenalina de hacer sonar el silbato para que empiece el partido. Pero el último año lo padecí, no tenía más ganas. Era hasta ahí. La verdad que en el medio lo disfruté mucho, pero se terminó, se cerró un ciclo. Ojalá que haya muchos en San Nicolás que puedan vivir lo que yo viví. Quizás me quedó pendiente llegar a primera, pero no quise dejar mi vida acá tampoco, me hubiese gustado llegar, pero no a costa de perder algo de todo lo que tengo hoy por hoy.
Ya alejado de los estadios de fútbol, a Fernando casi forma parte del paisaje del Parque Rafael de Aguiar, corriendo diariamente y así lo define: “El atletismo apareció en mi vida en el año 98, de la mano de Fernando Buroni, un amigo de Arrecifes. Con el empecé a correr durante el profesorado y lo hacía mientras trabajaba en una estación de servicio, con unas Topper de lona. El amor por el atletismo lo tengo adentro, me gustan los desafíos para progresar acá también. Disfruto mucho correr, me sirvió hasta para ordenar mi vida, soy un agradecido de esto”.
Entre pasadas:
Idolo: Usain Bolt
Referente de otro deporte: Emanuel Ginobili, a quien tuve el gusto de conocer. Un fenómeno.
El mejor momento que te dio el deporte: Compartir una carrera con mi hija Emilia
El más feo: Puede ser el partido en Concepción del Uruguay con Talleres
Un amigo del deporte: Roberto “Poroto” Terrazas
Un amigo de la vida: Fernando Buroni
Un lugar de San Nicolás: El río, para pescar en mi lugarcito en el Agua Negra.
El lugar más lindo para entrenar: Tenemos varios lugares en la ciudad, a mi me gusta el campo.