Además de los 360 goles que convirtió en su carrera -sin contar amistosos en clubes, partidos a beneficio y homenajes varios-, Diego Maradona también dejó algunas jugadas típicas de su sello que si bien no se cristalizaron en la red adversaria, estuvieron tan a punto de hacerlo que aun hoy son recordadas por su factura técnica. Destacaremos tres de esas acciones que por cuestiones providenciales no engrosaron el “scorer” personal del mejor futbolista de la historia. Una de ellas ocurrió en un amistoso de verano, otra en una Copa América, y la más recordada de todas, en un amistoso con la selección nacional, resultando esta última el anticipo de la más gloriosa jugada de su vida.
Apilada en La Feliz
El sábado 30 de enero de 1982 se enfrentaron Boca Juniors y Racing Club por una nueva edición de los célebres torneos veraniegos que abrían la temporada futbolística anual en la ciudad de Mar del Plata. Con arbitraje de Juan Carlos Loustau, el xeneize -dirigido técnicamente por Vladislao Cap- alistó a Carlos Alberto Rodríguez: José María Suárez (Pablo Agustín Comelles), Oscar Alfredo Ruggeri, Roberto Mouzo y Carlos Héctor Córdoba: Roberto Aníbal Passucci (Jorge Alejandro Quiroz), Ariel José Krasouski, Marcelo Antonio Trobbiani y Diego Armando Maradona: Ricardo Alberto Gareca y Horacio Ignacio Matuszyczk (Sergio Alfredo Sánchez). Por su parte Racing, con José Omar Pastoriza como entrenador, formó con Alberto Pedro Vivalda: Enrique Ramón Veloso, José Daniel Van Tuyne, Ángel José Leroyer y Osvaldo Alejandro Pérez: Hugo Alberto Villarruel, José Orlando Berta y Carlos Alberto Caldeiro: Marcos Guzmán Leiva (Sergio Julio Rodríguez), Víctor Hugo Alarcón (Juan Andrés Sarulyte) y Claudio Alberto Scalise (Adolfo Enrique Bordón). El partido finalizaría con goleada de Boca por 4 a 1, con goles de Maradona (de cabeza), Matuszyczk, Gareca y Córdoba (de tiro libre), descontando Sarulyte para la Academia. Pero en el transcurso del partido tuvo lugar una “apilada” descomunal de Diego, que dejó en el camino a varios futbolistas de Racing, incluido el arquero Vivalda, y cuando solo le quedaban dos defensores rivales obstaculizando su visión del arco, tocó con el empeine externo de su botín zurdo para empujarla a la red, pero el último de los defensores -Enrique Veloso, marcador lateral derecho- despejó providencialmente sobre la línea.
En esta compilación de jugadas maradonianas -en el minuto 5’18”- puede verse aquel “slalom” de verano en Mar del Plata.
Bombazo en el Maracaná
La 34º edición de la Copa América -antes denominada Sudamericano- se disputó en Brasil y significó la cuarta conquista de la verde amarelha en ese certamen. Luego de los grupos clasificatorios, en la fase final se enfrentaron el local, Argentina, Uruguay y Paraguay. En el arranque de los cruces definitorios, el seleccionado de Bilardo perdió con Brasil por 2 a 0 (goles de Bebeto y Romario), para cruzarse luego con Uruguay -dirigido por Oscar Washington Tabarez- y caer por idéntico marcador (goles de Rubén Sosa). El viernes 14 de julio de 1989, con Arnaldo César Coelho como árbitro del partido, Argentina alistó a Nery Alberto Pumpido: Néstor Rolando Clausen, José Luis Cucciuffo (Abel Eduardo Balbo), Oscar Alfredo Ruggeri y Roberto Néstor Sensini: José Horacio Basualdo, Pedro Antonio Troglio, Sergio Daniel Batista y Jorge Luis Burruchaga (Néstor Raúl Gorosito): Claudio Paul Caniggia y Diego Armando Maradona. El seleccionado charrúa presentó a Adolfo Javier Zeoli: Alfonso Enrique Domínguez, Hugo Eduardo De León, Nelson Daniel Gutiérrez y José Oscar Herrera: Enzo Francescoli, José Batlle Perdomo (Carlos Gabriel Correa), Santiago Javier Ostolaza y Rubén Walter Paz (Rubén Fabián Pereira): Antonio Alzamendi y Rubén Sosa.
El clásico rioplatense estaba 1 a 0 en favor de los celestes -esa noche con casaca blanca-, cuando un rechazo de la defensa argentina le cayó a Diego en el círculo central. El balón le llegó picando para que el 10 metiera el zurdazo que fue a estrellarse en el travesaño del Maracaná -oficialmente denominado Estadio Jornalista Mario Filho-, ante la estéril mirada de Javier Zeoli, que tuvo platea preferencial para ver el impacto de la pelota. Pudo haber sido el empate pero el balón se perdió en el cielo carioca ante los berrinches de Diego. A nueve minutos del final vendría el segundo de Rubén Sosa para cerrar aquella derrota del equipo del “Narigón”, que esa noche lució la misma casaca azul de octavos y cuartos en México 1986.
Resumen del partido, bombazo de Diego incluido.
El antecedente, cinco años antes
En el marco de una serie de amistosos que tenía por delante la selección campeona del mundo en 1978, el equipo del “Flaco” Menotti visitó el martes 13 de mayo de 1980 en Wembley a la selección de Inglaterra, dirigida por Ronald Greenwood. Con el escocés Brian McGinlay como árbitro del encuentro, el equipo inglés presentó en cancha a Ray Clemence: David Watson, Phil Thompson, Phil Neal (Trevor Cherry) y Kenny Sansom: Ray Kennedy (Trevor Brooking), Ray Wilkins y Steve Coppell: Kevin Keegan, David Jhonson (Garry Birtles) y Tony Woodcock. El seleccionado argentino formó con Ubaldo Matildo Fillol: Jorge Mario Olguín, José Daniel Van Tuyne, Daniel Alberto Passarella y Alberto César Tarantini: Juan Alberto Barbas, Américo Rubén Gallego, José Daniel Valencia y Diego Armando Maradona: el nicoleño de nacimiento Santiago Santamaría y Leopoldo Jacinto Luque.
El amistoso terminó en victoria inglesa por 3 a 1 con tres goles de Johnson y el descuento de penal a cargo de Daniel Passarella. Pero antes de eso, con el partido empatado en cero, promediando la primera parte, Diego recibió de Barbas, y enfiló hacia el arco inglés dribleando rivales hasta quedar mano a mano con Clemence. Cinco años antes de la histórica gambeta a Shilton, aquella vez el astro de 19 años eligió tocarla suave al segundo palo, para que la pelota lo rozara del lado externo en vez de terminar su camino en la red. Después vendría el ya célebre reproche de su hermano Hugo -el “Turco”- por no haber gambeteado al arquero. En México, y por los cuartos de final de una Copa del Mundo, Diego arrancaría en su campo para después, en jugada casi calcada, esta vez sí, “limpiar” al guardavalla enemigo y concretar su obra máxima.
Tres joyas maradonianas que no terminaron en gol, pero que igualmente forman parte de una leyenda interminable…