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Diego nuestro que estás en tus goles (Capítulo 27) Barro tal vez

Hoy en día es difícil ver -y hasta imaginarse- a un astro del fútbol mundial embarrado de pies a cabeza. Sin dudas que el fútbol es otro. Los campos de juego parecen casi una alfombra verde, e incluyen debajo del césped verdaderas obras de ingeniería, con drenajes y desagües que disipan con inmediatez el más mínimo espejo de agua. Por eso es que las imágenes que muestran a Diego embarrado corriendo tras una pelota, indudablemente le agregan un toque de romanticismo a su leyenda. Sobre todo aquellas imágenes de un partido amistoso disputado cerca de Nápoli, en 1984.

Maradona precalentando entre los autos, antes del partido en Acerra.

El genial cineasta Emir Kusturica utilizó en dos oportunidades la referencia al barro para hablar del astro de Fiorito. En una de ellas, hablando de la adoración de los maradonianos por su ídolo, dijo que “si no hubiera existido, lo hubieran creado del barro“. En la segunda de esas frases, lo definió comoun dios embarrado alineando el planeta“. Siguiendo esa línea simbólica del barro como escenario de su origen y surgimiento, ningún partido puede definirlo mejor en tal sentido que aquel legendario amistoso a beneficio en el que Diego Maradona volvió al barro para alegrar con su fútbol a los espectadores, y para ayudar a un niño que lo necesitaba.

El calentamiento previo se interrumpía a cada solicitud de foto con el ídolo.

Municipio de Acerra, región de Campania, 14 kilómetros al noreste de Napóli. Corría la segunda mitad de 1984, y un integrante del plantel napolitano le pide a su compañero argentino recién llegado del fútbol español, que participe en un encuentro amistoso a beneficio del niño Luca Quarto, quien debe realizarse una costosa operación para solucionar un problema de salud congénito. Había nacido con labio leporino y esa patología le afectó el paladar, trayéndole muchas complicaciones en su vida cotidiana, en especial una correcta alimentación.

Diego y la gambeta al arquero antes de uno de sus goles en el barro del Stadio Comunale di Acerra.

Convengamos que aquel Maradona de 1984 aun no había conocido la gloria mundialista de México, y apenas si iniciaba su romance con los tifosi napolitanos, el cual desembocaría en una veneración sólo equiparable en esa ciudad a la que se le profesa a un santo: San Genaro. Era un Diego famoso mundialmente, reconocido futbolísticamente, pero que aun no había llegado a esa cima que lo esperaba dos años más tarde. Igualmente aceptó la invitación de Pietro Puzone, su compañero de equipo, y contra la negativa de Corrado Ferlaino, presidente del Nápoli, Diego accedió a disputar aquel partido. Tal fue la negativa de su nuevo club, que a pesar de haberse utilizado la indumentaria celeste tradicional, el match no fue reconocido oficialmente. Como si a Diego le hubiera hecho falta algún rasgo de “oficialidad” para jugar al fútbol. A partir de esa negativa pasó a ser directamente uno de los organizadores del amistoso benéfico.

El partido se disputó en el Stadio Comunale di Acerra, con capacidad para 5 mil espectadores, pero ese día de lluvia y barro el reducto fue colmado por 12 mil aficionados que aplaudieron enfervorizados cada intervención del 10. El calentamiento previo de Diego y su equipo fue en una playa de estacionamiento, esquivando los autos, mezclando elongaciones con fotos y abrazos de los aficionados presentes. El conjunto celeste, integrado por algunos jugadores del Nápoli y otros futbolistas que se sumaron -entre ellos Raúl “Lalo” Maradona, uno de los hermanos de Diego- derrotó al local por 4 a 0, con dos tantos del zurdo argentino. Uno de esos goles, puede categorizarse como una réplica de alguno de los muchos goles que debe haber dibujado en el barro de los potreros de Fiorito, gambeteando a todos, al arquero inclusive, y mandándola a la red. Y también, como un anticipo del gol que dos años después le haría en el césped del Azteca a los ingleses. Con o sin barro, era el mismo Diego.

Aquí un video de aquel legendario encuentro amistoso disputado en el barro de Acerra.

El niño de Acerra, Luca Quarto, tuvo su operación, que fue costeada con la recaudación del partido, más 15 millones de liras aportadas por el propio Diego. Luego de muchos años y de casi cincuenta intervenciones más para solucionar sus problemas maxilofaciales, el ya joven Luca le agradeció en persona en un programa homenaje al 10 producido por la RAI, sorprendiendo a un emocionado Diego.

En el siguiente enlace, jóvenes napolitanos le hablan a Diego en un homenaje de la televisión italiana. El último de ellos es Luca Quarto, aquel niño al que ayudó generosamente.

Maradona y el barro. Una simbiosis que sin dudas tiene raigambre en el origen de Diego, en el lugar del mundo donde nació y se crió, el “patio” donde la vida lo puso. Y que también lo asocia con ese mágico instrumento que lo llevaría a la fama mundial: la pelota. Diego, pelota, barro. Villa Fiorito, origen, fútbol. Porque en definitiva el barro quizá venga a simbolizar la humildad y la escasez donde Maradona nace, y a la vez, esa marca distintiva que jamás abandonaría, por más glamour que el futuro de sus días le esperara. Maradona salió del barro y nunca lo negó, ni se despegó jamás de ese sello distintivo de su origen.

Algunas emblemáticas imágenes de Diego, el fútbol y el barro.

Una postal del fútbol argentino: Diego, la pelota y el barro.
Legendaria foto de “El Gráfico”: Gatti, Maradona y Brindisi.
Un futbolista, un guerrero, un símbolo.

Aquí Maradona entrenando -y divirtiéndose- en el barro.

Ya me estoy volviendo canción… Barro tal vez“. Escrita por Luis Alberto Spinetta cuando tenía 15 años, recién la grabó en 1982 -integra el álbum “Kamikaze”-. Es una zamba con aires de rock en la que el músico expresa lo que él entiende es el significado existencial de componer y cantar sus propias canciones. Al interpretarlas, el Flaco sentía fusionarse con la música y volverse “barro tal vez“. Una buena parábola de Maradona, su origen, su fútbol, su magia y su leyenda. Porque a partir de su zurda mágica, Diego logró fusionarse con ese fútbol al que le dio todo. Y vaya si logró “hacerse canción”…

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