Y ahora?
Ilustración, Mike Winkelmann, “Código rojo”
29.03.2020 La irrupción del coronavirus (COVID19) sin dudas ha venido a tambalear paradigmas, conocimientos, estructuras y poderes. La dimensión del daño, empezando por la enfermedad, que atenta contra el bien más preciado, la salud, y consecuentemente nuestra propia vida, aún no puede ser dimensionada. Implicancias sanitarias gravísimas, con altos índices de morbilidad y mortalidad en poblaciones vulnerables, sobre todo desde el análisis etario que no discierne en condiciones sociales; impusieron un freno inmediato a toda actividad, ya sea comunitaria, social, comercial, industrial, de servicios, y de esparcimiento.
Vale hacer un recorrido histórico de pandemias, para de alguna forma, a través del relato y el análisis histórico, entender el alto precio que dejan impregnadas en la sociedad, pero también como resilientemente la humanidad logra sobreponerse a ellas.
Arrancando por el relato bíblico de las plagas, podemos rescatar el valor de la fe, como sostén ineludible en momentos difíciles. Azotes virulentos en ciudades antiguas (Atenas, Babilonia), diezmaron la población, apalancados en estadíos iniciales de la civilización, aún sin conocimientos, practicas ni medicinas efectivas. A mediados del s. XIV, la peste negra arrasó Europa, Asia y norte de África, de la mano de roedores, camellos y pulgas. Europa perdió a un tercio de su población, aunque en la obligación de crear nuevas rutas comerciales y producción de bienes de intercambio se revaloró el trabajo, generándose así recursos económicos que llevaron a posicionar Occidente como dominador mundial. Mas cercano en nuestros tiempos, la Gripe Española de inicios de siglo, inmediatamente del fin de la primera gran guerra mundial, y con orígenes también en China, se llevó a 50 millones de personas y su alcance no solo deterioró la ya arrasada economía europea, sino que cruzó el océano, impactado de lleno en 500 millones de personas. En respuesta de sus consecuencias, se fortaleció la investigación científica y se empezó a delinear el cambio de paradigma sanitario, apareciendo las coberturas de vacunas, el estudio de la genética y las enfermedades hereditarias, y el modelo hospitalario de atención.
Sin embargo, a pesar de estos grandes avances del siglo pasado, esta pandemia actual nos vuelve a recordar cuan vulnerables somos, tanto individual como colectivamente. El clima de incertidumbre y el riesgo de enfermarnos o en el peor de los casos, perder la vida propia o de nuestros seres cercanos, sin dudas tiene que posicionar a los lideres mundiales y a los gobernantes en valorar el rol del Estado, direccionar los excedentes financieros a países en crisis y apuntalar las vulnerabilidades, sobre todo en el refuerzo de los derechos esenciales, principalmente la salud.
Pero mas allá de este análisis macro o global, es importante también que nos detengamos en nuestras coyunturas nacionales, regionales y locales, para visibilizar nuestro entornos cercanos. La valoración del sistema público de salud tiene que ir mucho mas allá de un plan de atención de emergencias. La cobertura de inmunizaciones, el fomento de prácticas educativas y de higiene, la garantía a la accesibilidad tanto en asistencia médica como de medicamentos, el fortalecimiento de la rehabilitación, la mejora de infraestructura hospitalaria y la valoración del trabajador sanitario, entre otras acciones, deben ser ejes de políticas públicas sanitarias. Ya no se tendría que dar más lugar a la desvalorización del esquema estadual, que empieza por decisiones políticas de desfinanciamiento presupuestario, y continúa con el relato de “la desgracia de caer en el sistema público…” o “ no se van a construir mas hospitales…” hasta el cuestionamiento de un esquema obligatorio de vacunación.
Si luego de esta coyuntura, que indudablemente se superará, aunque sea difícil prever su impacto sanitario, social y económico; se logra elevar la conciencia de responsabilidad, la importancia del Estado como protector y garante de derechos esenciales, y rescatamos la experiencia como constructiva desde el punto de vista de aprendizajes, podremos mejor soportar los daños y aspirar a ganar la batalla cultural de la pandemia. Resistiendo, cambiando…