Fue uno de los cineastas más influyentes de todos los tiempos, considerado una referencia artística para directores como Wim Wenders, Jim Jarmusch, Aki Kaurismaki y otros. Nació y murió en Japón un 12 de diciembre (1903-1963), y se fue de este mundo en la cima de su carrera cinematográfica.
Yasujiro Ozu fue un perfeccionista y meticuloso cineasta que filmó 53 películas. 26 de ellas en sus primeros cinco años de producción, desde 1927 hasta 1932. Recién en 1935 se abrió paso en el cine sonoro, siempre partidario de la cámara fija y el plano a 90 centímetros sobre el suelo (“el punto de vista de un adulto sentado sobre un tatami”).
Hoy compartimos con nuestros lectores cinco de sus películas. En primer lugar “El hijo único” (1936), un filme en el que Ozu se anticipa al neorrealismo italiano. Luego, “Había un padre” (1942), historia en la que el genial cineasta japonés trata un tema que abordaría en muchos otros trabajos: la preocupación de un padre viudo por su descendencia, tal como lo haría en una de sus más celebradas producciones. Hablamos de la tercera estación de este recorrido por su obra: “Primavera tardía” (1949). Similar temática es la que Ozu describe en “Otoño tardío” (1960), aunque en este caso cuenta la historia de una viuda que es ayudada por los amigos de su difunto marido. Y cerrando este homenaje a Yasujiro Ozu, llegamos a una de sus obras maestras: “Historias de Tokio” (1953). Una pareja de ancianos llega a la capital japonesa para visitar a sus hijos, pero ninguno de ellos tiene tiempo para atenderlos, por lo que deciden enviarlos a una ciudad balnearia.
La profundidad del ser humano, las rutinas diarias de esos ignotos habitantes de las sociedades que lo rodeaban, la vida en sus escenas más simples y a la vez más significativas. Ese era el universo de Yasujiro Ozu. Pasen y vean… (en todos los casos activar subtítulos).