El Mundial de Rusia 2018 llega hoy a su fin. O mejor dicho, a su final. En este espacio solemos aprovechar el contexto de la historia –pasada o actual- y combinarlo con el cine. Por eso si hablamos de cine y de Rusia, es inevitable traer a colación la maravilla de Serguéi Eisenstein.
Estrenada en 1925, hoy en día continúa siendo considerada una de las mejores películas de todos los tiempos, y además una bisagra en la historia del cine universal. Revolucionó la técnica del cine, los planos, el montaje, el contraste entre imágenes para generar tensión en el relato, la composición del cuadro, la idea conceptual, el manejo de un tema histórico. En resumen, cambió para siempre la forma de hacer cine.
Basada en hechos reales que tuvieron lugar en 1905, cuenta la rebelión de la tripulación del acorazado ante el trato injusto de sus oficiales. El motivo que origina la situación es la comida en mal estado que le quieren dar a los tripulantes. El film tuvo un claro objetivo político, ya que fue encargada al director por el gobierno al cumplirse 20 años de la primera –y fallida- revolución rusa. Pero aun con ese insoslayable sesgo político, nadie pone en duda su valía cinematográfica y su enorme aporte al mundo del séptimo arte.
El rodaje se completó en tres meses, durante los cuales Eisenstein desarrolló el proyecto en cinco partes: “Hombres y gusanos”, “Drama en la Bahía”, “El muerto pide justicia”, “La escalera de Odessa” y “Encuentro con la flota”. La secuencia de la matanza en la célebre escalera Richelieu –el cochecito del bebé deslizándose escaleras abajo- ha sido homenajeada por muchos directores como Brian De Palma en “Los intocables de Elliot Ness” o Woody Allen en “Bananas”.
Rusia 2018 llega a su fin. Pero sólo en el fútbol. El cine ruso seguirá viviendo a través de obras maestras como “El Acorazado Potemkin”, la legendaria película de Serguéi Eisenstein. Pasen y vean…