09.06.2018/ 21.50 horas. Hoy por la tarde en la Asociación Cultural Rumbo, el artista plástico Carlos Colombo, presentó, Contrapuntos. Un salón repleto acompañó a Carlos en esta nueva muestra que expuso ante el público .
Sobre la obra en cuestión esto decía el profesor Pablo Balbis:
“Ésta es una exhibición de territorios, de campos plásticos donde se ejecutan los rituales de la imagen y de la mirada. También es una muestra de las tensiones que recorren la obra de Carlos Colombo, como siempre rica en sugerencias y de lectura expectante. Cuando digo tensiones me refiero a los fenómenos perceptivos de fuerzas opuestas que ocurren en el espacio, fuerzas de choque, que se compensan y buscan la armonía. Cuando el equilibrio es roto por un exceso,se restaura por medio de otro exceso, y así las contraposiciones ya niveladas dialogan, hallan un espacio de comunión. En un conjunto de obras se lee la presencia de una fuerte racionalidad compositiva, la simetría que promueve el orden y establece la similitud y la repetición, normaliza, indica el equilibrio. Y en compensación emerge la tensión emancipadora, el despliegue de otra fuerza oculta al trabajar la mancha imprecisa, informe, como rastro libre y caótico cargado de materia.
En cambio, allí donde reina la dispersión, la fragmentación, el color atempera y promueve la comunión de las partes. En otras, la fuerza vibrante y saturada de los elementos y colores son agrupados y distribuidos por toda la tela, impidiendo su ruptura, propiciando la proliferación ordenada. Si un conjunto de formas geométricas se reproducen desordenadamente, un arco de medio punto, una línea precisa, recuerda el orden subyacente. Y en términos generales, el conjunto está regido en su totalidad por el principio nivelador.
A aquellas obras ahora les corresponden o replican otras, fuertemente cargadas, que actúan en contraste, en contrapunto. Entonces presenciamos el catálogo abierto de par en par de las superficies que han sido surcadas por el despliegue de la materia. Superficie que es piel. Un lugar que se desenvuelve a nivel de la tela, sobre el terreno del plano y de las propiedades físicas. Aquí también hacen acto de presencia fuerzas antagónicas, que en definitiva, como los movimientos tectónicos, moldean la superficie de la tierra, y de nuestra superficie. El formato de las telas no busca lo pequeño. No hay intimidad. No correspondería.
Es despliegue expansión y lente de aumento, escala mayor de la zona de trabajo. Y como en enormes fichas de registros emocionales vemos que se alzan, como cadenas de cordilleras, nudosas suturas, escoriaciones del tiempo; vemos hondonadas, incisiones que perforan como fosas el nivel de la tela; conjuntos de placas yuxtapuestas que han llegado a un acuerdo luego de presionar y plegarse unas sobre otras, formando estratos como recuerdos, ondulaciones como golpes, cortes como tristezas.
Son los trazados de un mapa de las profundidades del ser, que encuentra, en la pátina de colores del tiempo, su profunda razón, su contrapunto nuevamente, de lo que ha quedado. Un equilibrio que encuentra su justificación, su posibilidad. Un equilibrio que se nutre del caos. Carlos lo deja suspendido, plantado frente a nosotros”.