Sofía tiene la voz fina, como cansada, se apena que sus hijos la ayuden porque ellos tienen necesidades también, dice que se están construyendo sus casas propias y ella siente que los detiene. Se consuela cuando dice que hasta ahora a sus nietos no les falta para comer, y se ilumina, hasta se deja emocionar cuando recuerda que llevan al días sus estudios y con buenas calificaciones.
Hace alrededor de seis años, le avisan a Sofía que sus cuatro nietos, estaban en situación de abandono. Sofía Solís va hasta la casa de su hija y ve a su nieto más grande de nueve años que estaba al cuidado de sus otros hermanos, el más chico de once meses. El niño había salido desesperado a buscar ayuda por el barrio porque el bebé estaba descompuesto. Cuando Sofía llegó al lugar estaban los bomberos y la policía.
Un vecino se acerca y la invita a tomar mates a su casa. Allí la ponen al tanto de la situación de vulnerabilidad de los niños. -Pasan días enteros solos- le había dicho la mujer. Sofía Solis le pega un sorbo al mate para destrabar el nudo en la garganta. Dio las gracias y salió a la calle. Antes de que el sol del barrio “Las Mellizas” le pegue en la cara, entendió que su vida cambiaba para siempre. Había criado siete hijos, ahora debía criar cinco nietos. Con el bebé en brazos le pegó un grito a los otros cuatro:
-vamos para casa, que hay que bañarse y comer-
Sofía Solis estuvo en pareja 34 años. Tiene 7 hijos, 4 de una pareja y 3 de otra. En un primer momento queda a cargo del más pequeño y el más grande de los hermanos. Su hija le promete que va a cuidar a los otros, pero a los 15 días una vecina se los lleva a su abuela porque los chicos andaban bollando por el barrio y sin comer. Sofía vivía con su pareja y uno de sus hijos que tenía 18 años. De un día para otro pasaron de ser 3 personas en una casa a ser 8. Su pareja fue contundente:
-A tus nietos nos los quiero acá, no voy a poner a mi edad un jardín de infantes, mandalos a un Hogar-
Interviene PRODENYA y como nadie se quería hacer cargo, los deja en cuidado de su abuela, sino debían ir a un Hogar de huérfanos. Sofía discute con su pareja y le dice que los niños no tienen la culpa de la irresponsabilidad de los mayores, que no los va a abandonar. Sin dudarlo se fue de su casa, con sus cinco nietos y su hijo de 18 años.
-Yo tenía poco trato con mi hija por la vida que llevaba, aunque en lo que podía le ayudaba. Mi pareja directamente no quería saber nada, ni con ella ni con el marido, que estaba preso en aquel momento, después volvió a salir, y hoy actualmente está preso de nuevo-
Barrio Virgen del Lujan es el barrio donde Sofía nació y donde tiene su familia: un hermano y su madre. Allí vivió un tiempo, también la ayudaron con alimentos, utensilios y ropa para comenzar un hogar de cero. Luego vuelve a barrio “Las Mellizas” a vivir con uno de sus hijos. Allí paró un tiempo con los cinco chicos. Hasta que finalmente vuelve a vivir a la casa de donde rescató a sus nietos. Su hija (la madre de los cinco chicos) había abandonado la casa y la quería vender. Sofía fue a tribunales y se metió a vivir allí, hasta el día de hoy. La dirección es calle Brahams 1830.
-Hace dos años el padre de los chicos salió del penal, le dije si se podía hacerse cargo de criarlos y dijo que no, le pedí al menos que haga los trámites de la asignación pero tampoco atendió ese pedido. Mi hija dice que quiere venir a vivir con nosotros, pero ella toma, sale, los maltrata verbalmente a los chicos. A todo esto el padre de los chicos volvió a caer preso, está en el penal de Mercedes-
Tres hijos mayores que trabajan en la construcción, la ayudan económicamente para que pueda criar a sus nietos. Sofía tiene la voz fina, como cansada, se apena que sus hijos la ayuden porque ellos tienen necesidades también, dice que se están construyendo sus casas propias y ella siente que los detiene. Se consuela cuando dice que hasta ahora a sus nietos no les falta para comer, y se ilumina, hasta se deja emocionar cuando recuerda que llevan al días sus estudios y con buenas calificaciones. Se vuelve a poner mal cuando no puede darles a sus nietos lo que los chicos le piden. Así es Sofía, se prende y se apaga como un farol en la oscuridad, pero desde el tizón de su alma.
-Ellos van a la escuela 26 de acá del barrio, no faltan nunca, queda a una cuadra y media de nuestra casa. Dos van a la mañana y almuerzan en el comedor de la escuela y dos van al comedor a la tarde. Al medio día también me mandan comida para mi nieta. A la noche hago una comida, la única del día, vienen mis hijos del trabajo que son todos albañiles, aportan entre todos y hacemos un guiso-
Sofía Solís.
Sofía Solís nació el 8 de abril de 1961 y creció en barrio Virgen del Luja, vale aclarar para quien no conoce ese barrio, es uno de los más olvidados de la zona sur de San Nicolás. Su madre aún vive y tiene 82 años, tiene 9 hermanos. Sofía sufre de diabetes, es insulina dependiente, toma una medicación que en el Hospital no la consigue, también se pone unas gotas en los ojos porque tiene un glaucoma avanzado y toma unas pastillas que son para el dolor y todo lo que produce la diabetes. Las pastillas salen más de 1000 pesos, a veces, cuando puede se las compra su hija.
-Sinceramente le digo, plata no quiero, quiero que me ayuden con mercadería o ropa para los chicos. Los varones rompen zapatillas constantemente, Pedro tiene 6 años y calza 32, Emilio tiene 8 años y calza 32, Luis tiene 11 años y calza 35 y Juan tiene 14 años y calza 36. No quiero nada para mí, necesito ayuda para seguir criándolos, yo con mis problemas me arreglo, me caigo y me vuelvo a levantar las veces que sea necesario, pero me pone muy mal la carencia de ellos, y yo grande y enferma sin poder trabajar, porque además tengo que cuidarlos, es desesperante-
La fuerza y vitalidad de nuestras mujeres latinoamericanas se encarnan en Sofía. El amor por criar hijos propios, ajenos o nietos, las hacen sobreponerse a enfermedades y a las vicisitudes de la vida cotidiana. La creatividad que nunca se termina. Sofía dice casi con timidez que ella recicla, que sabe hacer de todo, que ha destejido pulóveres para tejerles frazadas a sus nietos.
-El sistema se está poniendo cada vez más complicado, y a los chicos hay que tenerlos bien agarraditos para que no se críen en la calle y salgan unas personas de bien-
Más allá de las obras monumentales y el pavimento, de los hermosos faroles parisinos que decoran las calles céntricas de San Nicolás, en los vértices más escondidos viven personas en estado de vulnerabilidad, donde el asistencialismo de las organizaciones sociales y la buena voluntad de los vecinos, no alcanzan para cubrir el hambre y las enfermedades de grandes y niños.
No es la primera vez que en este portal contamos una historia de tal magnitud, donde la pobreza estructural, el trabajo en negro, la falta de salud pública, de atención primaria, de trabajo, de servicios básicos, se sobreponen a la voluntad de las personas, y deben acudir a un grito de ayuda.
Es una realidad que existe y late allá afuera como un cáncer. En porciones de tierra anónimas hay estómagos que crujen, madres y abuelas que lloran, maestras y profesores que resisten en comedores, vecinos auto-organizados que administran el guiso del comedor, la leche en polvo del merendero. Existe, todo eso existe aunque los ojos no vean y así el corazón no sienta.
Podes ayudar, escribinos a ; sannicolasnews@sannicolasnews.com