Las necesidades van cambiando, o no, quizás las necesidades siempre han sido las mismas, pero de a poco van surgiendo soluciones para éstas. Por ejemplo: si nuestros abuelos hubiesen sentido la imperiosa necesidad de tener la ropa suave y perfumada, jamás hubiese prosperado el jabón Federal… ellos necesitaban otras cosas, hasta que descubrieron las ventajas de la ropa perfumada… el jabón Federal quedó en el olvido, y hoy contamos con góndolas completas de jabones y suavizantes, con comerciales en donde muestran una mujer feliz por el perfume de su ropa y lo “chuavechita” que resulta… y huelga decir que para nuestros genios creativos solo las mujeres usan el lavarropas…
De a poco la magia del marketing hizo que necesitemos muchas nuevas cosas, y la realidad urbana también… no es solo culpa de los comerciales que necesitemos otros productos para satisfacer nuestra cotidianeidad.
En mi barrio no había alarmas, lo más parecido era un sistema de vigilancia autónoma analógica conocido como “Don Godoy”, quien firme en la esquina como un granadero, se encargaba de escudriñar la cuadra, y con eso bastaba para amedrentar a los amigos de lo ajeno. La necesidad es casi la misma, básicamente necesitamos que no nos roben, pero Don Godoy no está más…
Allá por los 80, bastaba con avisar a algún vecino que uno salía, y en caso de temer un intento de hurto, cruzábamos una tranca en la puerta y dejábamos al Boby suelto, esto generaba un gasto mínimo que se resumía en darle de comer cada tanto al perro, agradecerle al vecino, y la mínima inversión en una tranca, que fácilmente se resolvía con un caño rebuscado en alguna obra.
Hoy la cosa es distinta, si bien la necesidad es la misma, terminamos comprando una puerta blindada, una alarma con 25 cámaras, y hasta un abono de televigilancia, que nos avisa al celular si un ñato se metió, le avisa a la policía, prende luces de colores en nuestra casa y hasta dispara bombas de humo para inmovilizar al ratero. Termina siendo un gasto nuevo, necesario quizás para los tiempos que vivimos.
En esta culturización de nuevos gastos, también está la comida del Boby… antes se le daba a la mascota las sobras, o en el mejor de los casos, una polenta con huesos comprados por algunas monedas en la carnicería. Una vez más la necesidad es vieja, que el Boby coma… pero ahora nos podemos encontrar con alimento para perro chico, grande, para darle brillo, para que no huelan tanto las heces, para que camine mejor, para que tenga mejor aliento y hasta para que ladre más… el Boby sigue siendo el mismo… el solo necesita comer, pero ya no le gusta la polenta con huesos… ahora pretende alimento Premium con jamón del báltico y tonos de ciervo patagónico… entonces el gasto es nuevo…
Pensando en estos nuevos gastos, es innegable que siempre hemos tenido la necesidad de comunicarnos, desde las señales de humo, los tambores, las hogueras sobre las montañas, los semáforos de madera, etc… siempre quisimos comunicarnos en la distancia… hace unos años se resolvía con llamar al teléfono fijo y “dejar dicho” para concertar cualquier cita, hoy estamos hipercomunicados con celulares 4G, con una mensajería instantánea que hasta ha vuelto obsoleto el timbre! Ya no tocamos mas timbre… ahora simplemente ponemos un mensajito de “estoy afuera”, y esta satisfacción de nuestra necesidad de comunicación ha generado un nuevo gasto… teléfonos carísimos con abonos astronómicos para no sentirnos excluidos…
Otro tema es la televisión, necesitábamos estar más informados y entretenidos, porque antes había 2 canales que arrancaban al mediodía, y hasta mirábamos Club 700 para ver algo en la tele, y terminábamos el día con el cura de “Pausa para el diálogo”, hoy tenemos cientos de canales que nos informan y entretienen, y pagamos un abono carísimo para no perdernos nada…
Resumiendo, que se me pasa la polenta del Boby… las necesidades siguen siendo las mismas… lo difícil son los nuevos gastos…