San Nicolas News

Descontrol en los transportes escolares

El marketing de la hiperseguridad nos vende sillas ergonómicas carísimas para los chicos, para que viajen en el auto con la máxima disminución de riesgos ante un accidente de tránsito. Así pasamos las etapas de nuestros hijos por el “huevito”, luego la butaca, y finalmente el booster, o asiento sin respaldo, para niños de 15 a 45kg… Todo esto con las más estrictas precauciones, respetando el uso del cinturón y resignando una plaza del auto en función de la comodidad de nuestros hijos. 
A mi generación nos tocó viajar sueltos, desconociendo el cinturón de seguridad, viendo a nuestros padres renegar de la primera ley que establecía la obligatoriedad del mismo. Recuerdo un apoya cabeza que era “de la familia”, era removible y  pasaba de auto en auto según que familiar necesitaba “salir a la ruta”, y era solo por si lo paraba algún control, eramos absolutamente carentes de una conciencia sobre los riesgos en accidentes. Por suerte nos hemos ido formando, hasta el punto de encontrar a nuestros hijos con la  seguridad incorporada, y muchas veces nos han educado ellos diciendo “papá, te tenés que poner el cinturón”.
 
Tratamos de llevar a los pequeños entre algodones, exagerando a veces los cuidados. Desde pequeños les enseñamos a usar casco en la bici, rodilleras para la patineta, todo lo que sea necesario y más. 
 
Lamentablemente tiramos por la borda todos los esfuerzos anteriores al tolerar las condiciones de los transportes escolares en nuestro medio. No hace falta ser científico para darse cuenta que los chicos viajan como ganado, en unas butacas duras, rectas y chiquitas, amontonados… hace un tiempo ví uno de estos transportes que decía “capacidad máxima 29”, quizás haya sido una calco en chiste, si era chiste me parece un horror,  si no lo era me parece un horror, pero sin dudas basta solo con ver los transportes a la hora de la salida de los colegios para saber que se supera la capacidad.  Ni pensar de que tengan cinturón de seguridad, a varios se los ve a una velocidad considerable, dado que hay que cumplir con horarios… 
Tampoco he visto jamás un control de alcoholemia en los transportes escolares… ni control policial, ni fiscalización alguna sobre las medidas de seguridad minimas que exige la ley… tampoco una factura por el  servicio de  transporte. 
Vale aclarar que es comprensible, hasta cierto punto, que en el afán de hacer un peso más se quiera llevar la mayor cantidad de chicos posible, pero estamos ante el milagro de no lamentar tragedias, y tampoco se hace nada para prevenirlas, y no siempre es culpa de los gobiernos, a veces basta con llevar a la practica la exigencia de los mismos recaudos que tenemos en casa al ámbito de los responsables de transportar a nuestros hijos, es decir, asumir el rol de adultos responsables y exigir las medidas de seguridad apropiadas, y en todo caso, reclamar a los gobernantes porque haya una reglamentación clara sobre este tema y se haga cumplir como corresponde. Si bien la velocidad de estas épocas nos hace prestar poca atención a algunos detalles, dudo que la seguridad de los niños sea un tema menor.
 
Como siempre somos una sociedad reactiva, nunca somos preventivos, o si, pero solo en algunas cosas… y el árbol tapa el bosque, y tapa los verdaderos riesgos, o los deja librados al azar.
 
Eso sí! si se origina una fatalidad, enseguida nos organizamos para pedir justicia, y nunca asumimos la parte de la responsabilidad que nos toca.
 

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