Esta suerte de previa se convierte en un descontrol que lleva a los adolescentes a pasar toda la noche en vela en la casa de algún compañero, en muchos casos ingiriendo alcohol y divirtiéndose, pero no termina ahí…
Este año se concentraron en la Plaza Sarmiento desde horas de la madrugada, tomando alcohol en la vía pública, tirando bombas de estruendo, resonando música a muy alto volumen con parlantes portátiles, gritando y haciendo desmanes. Los cánticos se hacían oír desde varias cuadras, la zona de la plaza permaneció en una situación de caos por más de dos horas, ante la sórdida e inexistente mirada de las autoridades.
Se podían ver grupos de distintos colegios, delatados por los uniformes que los distinguían, incluso algunos padres, quizás los más responsables (o no) mirando la situación, algunos con asombro y otros alentando el “festejo”.
No es ajeno el accionar de la policía en dicha plaza en estos días, por las sucesivas denuncias de los vecinos por los ruidos molestos que ocasionan las motos, en este caso no eran motos de escape libre, eran estudiantes secundarios.
Es necesario pensar en que muchos de estos chicos concurren sin dormir al colegio, algunos alcoholizados, y cargan una responsabilidad enorme a los docentes y responsables de las instituciones educativas, dado que tienen un factor de riesgo muy importante dentro de las aulas, desde una pelea por el estado, hasta el peligro de una intoxicación por la ingesta de alcohol. Resulta como mínimo irresponsable la falta de control de los padres, y, en caso de que los dejen entrar al colegio, la falta de control de los responsables de las instituciones, y resulta irresponsable la ausencia de control del estado ante el desorden de la plaza porque “son chicos”.
