Basta con recorrer algunas calles de San Nicolás caminando para notar que sus veredas son angostas. Resultaría imposible pedirle a los propietarios que cedan un metro del frente de sus viviendas para lograr optimizar las veredas, una verdadera locura modificar los frentes de la mayoría de las casas, un gasto imposible de afrontar para cualquier municipio, así nos demos cuenta que podemos obtener petróleo escarbando la plaza Mitre, y nos convirtiéramos en la nueva Dubai, sería imposible el gasto, que los propietarios estén dispuestos a resignar un metro de terreno y vivienda, y que accedan a que les reconstruyan la casa… Vale aclarar que lo del petróleo es ilustrativo, no vaya a ser cosa que algún iluminado quiera escarbar la plaza…
Es tan utópico pensar en correr las casas como pretender circular de a pie la ciudad… quizás hasta parece más sencillo correr las casas…
Somos una sociedad absolutamente critica de todo, el problema es que no nos gustan las críticas… Entonces al momento de indicarle a un vecino que por favor no deje el auto sobre la vereda porque obstruye el paso simplemente dejamos de tener un vecino, pasamos a tener un enemigo… se termina cumpliendo en proverbio de “corrige a un necio y te lo echaras de enemigo”, entonces, para evitar roces vamos permitiendo, y así bajamos a la calle porque dejaron el auto en la vereda, bajamos a la calle porque dejaron una bolsa de piedras, bajamos a la calle porque hay una pila de ladrillos, bajamos a la calle por una montaña de arena… en fin… caminamos por la calle… como si no hubiese veredas… la realidad es que las veredas existen, angostas, pero existen, y no hace falta ganarles un metro… solo hace falta respetarlas.
Resulta una tarea utópica caminar por cualquier calle nicoleña sin tener que bajar a la calle, y ni hablar si tenemos movilidad reducida (lo de las rampas será tema de otro artículo), o con un cochecito de bebe, o simplemente con el carrito de las compras… son veredas imposibles, tapadas de obstáculos, ¡incluso tapadas de gente! Porque parecería parte de un plan maquiavélico el correr las paradas de colectivos de los escasos lugares con veredas amplias hacia las veredas más angostas, haciendo intransitable y molesto el paso para el transeúnte como para el pasajero esperando el colectivo.
Creo que es hora de aceptar las críticas, es hora de que haya un control verdadero de las normas de convivencia ,y es hora de hacernos adultos, asumir que el prójimo es parte de nuestra sociedad, y que se podría hacer todo más fácil tan solo respetándonos, no hace falta mover las casas un metro, solo hace falta respetar la vereda.
BELEN GORVALAN GENOUD