Entre el 25 de agosto y el 7 de septiembre de 1979 se disputó en Japón un torneo juvenil que marcaría el comienzo del romance eterno entre Diego Maradona y el hincha del fútbol argentino: el Mundial Juvenil Sub 20. Aquel que quedó en la memoria colectiva de los futboleros como el de los “madrugones inolvidables”. Debido a la diferencia horaria con el país insular asiático, los argentinos programaban sus despertadores varias horas antes de lo habitual, y a eso de las 4 de la mañana se entusiasmaban partido a partido con aquel legendario equipo formado por Ernesto Duchini y dirigido por el Flaco Menotti.
En su camino al campeonato mundial, Argentina primero tuvo que disputar el Sudamericano en Uruguay, entre el 12 y el 31 de enero de 1979. Allí compartió el grupo con Uruguay, Perú y Ecuador. El juvenil argentino quedó segundo con 4 puntos: cayó ante la Celeste por 1-0, mientras que en la fase final, obtuvo sendos empates con Uruguay y Paraguay, y luego venció a Brasil por 1 a 0. El campeón sudamericano sub 20 fue Uruguay, pero Argentina clasificó para decir presente en la segunda edición del máximo torneo juvenil, que dos años antes había consagrado en su primera edición -disputada en Túnez- a la Unión Soviética.
Argentina integró el Grupo B junto a Polonia, Yugoslavia e Indonesia. Debutó con una goleada categórica ante Indonesia: 5 a 0, convirtiendo los cinco goles en la primera etapa, tres de Ramón Díaz y dos de Maradona. En la segunda fecha le ganó 1 a 0 a Yugoslavia con tanto marcado por Osvaldo Salvador Escudero, cerrando su participación en el grupo inicial goleando a Polonia por 4 a 1 con dos goles de Calderón, uno de Maradona y otro de Juan Ernesto Simón.
Aquí un enlace con un excelente resumen de la participación argentina en el Mundial Juvenil de 1979.
En la instancia de cuartos de final, Argentina vapuleó a Argelia por 5-0, con goles de Maradona, Calderón y tres de un implacable Ramón Díaz. En ese partido se produjo el ingreso, en el segundo tiempo, del conesero Jorge Eduardo Piaggio, zaguero central de Atlanta que reemplazó a Simón. En la semifinal hubo clásico rioplatense: Argentina esta vez se tomó revancha del Sudamericano y le ganó a Uruguay por 2 a 0, con tantos del Pelado Díaz y de Diego Maradona, anotando de cabeza ante el centro del ariete riojano, una verdadera pesadilla aquella noche para los defensores charrúas.
El 7 de septiembre de 1979, en el Estadio Nacional de Tokio, Argentina enfrentó a la selección campeona del mundial anterior: la Unión Soviética, que arrancó ganando a través de un cabezazo de Igor Ponomarev, a los 12′ de la segunda etapa. Cuando los rostros del cuerpo técnico criollo mostraban una incipiente preocupación, los pibes argentinos se encargaron de tranquilizar a todo el mundo. A los 27′ del complemento Hugo Álves de penal empató el partido, desnivelando el marcador en primer término a los 30′ con un gol memorable del Pelado Díaz, en una corrida electrizante, y asegurando el triunfo a los 35′ con aquel tiro libre inolvidable de Diego al palo del arquero que se transformaría en su primera gloria con la celeste y blanca. Fue 3 a 1, consagración internacional para Argentina, y primer gran celebración de Maradona, que alzó esa copa entre sus compañeros con el orgullo brotando de su sonrisa. El pibe de Fiorito, el que hacía jueguitos en los entretiempos de los partidos de primera división que disputaba Argentinos Juniors, el que dijo en su primer reportaje que soñaba con “jugar en el mundial”, era ahora el protagonista central de una historia que lo llevaría a la cima del mundo.
En este link, el partido final completo.
El plantel argentino estuvo integrado por los arqueros Sergio García (Flandria) y Rafael Seria (Central Córdoba de Rosario): los defensores Juan Simón (Newell’s), Rubén Rossi (Colón), Abelardo Carabelli (Argentinos Juniors), Hugo Álves (Boca), Marcelo Bachino (Boca) y Jorge Piaggio (Atlanta): los mediocampistas Daniel Sperandío (Rosario Central), Juan Barbas (Racing), Osvaldo Rinaldi (San Lorenzo), Juan José Meza (Central Norte de Tucumán) y Diego Maradona (Argentinos Juniors): y los delanteros Osvaldo Escudero (Chacarita), Alfredo Torres (Atlanta), Ramón Díaz (River), Gabriel Calderón (Racing) y José Luis Lanao (Vélez).
Nuestro cierre semanal habitualmente convoca a algún tema musical, o a alguna aparición de Maradona subiéndose al escenario de algún show al que lo invitaban. En esta oportunidad compartimos con nuestros lectores una poesía. Pero no es una poesía más. Diego atravesaba un momento difícil de su vida, y quien le dedicó unas líneas fue uno de los grandes maestros de la cultura nacional y popular argentina: Leonardo Favio. Los versos llevan por título “Mi cotidiano insomnio”. Maradona y Favio: dos íconos unidos en la pasión de los argentinos…
Mi cotidiano insomnio se obstina en el misterio
de recordarme al otro aquel que fui.
El niño que rondó algún potrero
que, seguro, ya no besa la luna.
Aún no habías nacido y andabas en mi envidia,
como en todos los niños.
Diego, en la callada foto que conservo en mi cuarto
donde desguarnecido te apoyaste en mi pecho,
vi tu desolación de niño acorralado.
Se adivina el madero en tu mirada tierna.
Una constelación de multitudes
te ha cercado por siempre.
Ya no tendrás olvido,
ya no tendrás descanso.
Mientras haya un planeta en que respire un niño,
un niño habrá que sueñe que es Diego,
y que repite los goles imposibles
de músicas y pájaros.
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