Toda historia de amor -como la de Maradona con el Nápoli- tiene un instante inicial que marca a fuego el resto del camino. A juzgar por los cronistas, el chispazo original, el big bang, la consolidación de ese romance en ciernes, no fue a su llegada -julio de 1984- sino un domingo de febrero de 1985. El día que Maradona terminó de sacar del banco de la Lazio a una leyenda del fútbol: el “Toto” Lorenzo.
El comienzo del idilio entre Diego Maradona y el equipo napolitano tuvo su estreno aquel inolvidable jueves 5 de julio de 1984, cuando 70 mil almas coparon el San Paolo para recibir al zurdo argentino que venía del Barcelona. Pero la primera rueda del calcio italiano temporada 84/85, no mostró más que algunos chispazos de Diego tratando de hacer pie en un contexto complicado: el Nápoli en la temporada anterior se había salvado del descenso por tan sólo un punto, y ahora apenas si cosechaba 13 unidades, a 9 del líder -y a la postre ganador del scudetto- Hellas Verona. En la segunda rueda el equipo dirigido por Rino Marchesi empezó a mejorar de la mano de un Maradona que terminaría de conquistar el corazón de los “tifosi” napolitanos el domingo 24 de febrero de 1985.
Con arbitraje de Claudio Pieri, el Nápoli recibía en el -por entonces- San Paolo a un alicaído Lazio, dirigido técnicamente por el legendario Juan Carlos Lorenzo, el “Toto”. El conjunto romano había sido dirigido en dos oportunidades por Lorenzo en la década del 60, y había vuelto a convocarlo para suceder en el cargo a Paolo Carosi, a partir de la tercera fecha de la temporada 84/85 del calcio. Pero las cosas para el “Toto” Lorenzo no venían saliendo nada bien. Y el último estiletazo lo recibiría a manos de un Maradona inspirado como nunca, que en una actuación descollante se despachó con un triplete inolvidable.
El Nápoli de Rino Marchesi alistó a Raffaele di Fusco: Raimondo Marino, Giuseppe Bruscolotti, Moreno Ferrario y Antonio Carannante (Simone Boldini): Salvatore Bagni, Costanzo Celestini (Walter De Vecchi), Paolo Dal Fiume y Luigi Caffarelli: Doménico Penzo y Diego Maradona. Los once del Lazio, dirigidos por última vez por Juan Carlos Lorenzo, fueron el arquero Fernando Orsi: Ernesto Calisti, Gabriele Podavini, Arturo Vianello y Daniele Filisetti: el brasileño Joao Batista da Silva, Giancarlo Marini (Francesco Dell’anno), Claudio Vinazzani (Fortunato Torrisi) y Lionello Manfredonia: Oliviero Garlini y Michael Laudrup.
Un Diego enrulado casi como en sus últimos partidos en Barcelona fue el imán hacia el que las 70 mil personas enfocaban prioritariamente su mirada. Con el partido aun sin goles convirtió uno -luego anulado- con el sello que haría famoso en México 86. Metió un sombrero en el área y ante la salida del arquero puso su puño derecho -disimulado entre sus rulos- para empujarla a la red, aunque esta vez el árbitro advirtió la treta típica de los potreros de Fiorito. El primer tiempo se fue con un 0 a 0 que recién se quebraría en el segundo a los 13′, con una acción propia de un Maradona con todas las antenas prendidas, anticipándose a lo que iban a hacer propios y extraños. Un defensor se la quiere alcanzar a su arquero con la cabeza, pero Diego estaba ahí para capturar la pelota y mandarla a la red con un zurdazo fuerte. Veinte minutos más tarde, Maradona desborda por la derecha, se frena ante la marca de un defensor, y envía un centro de zurda que en el intento de ser despejado es mandado a la red involuntariamente por Filisetti. Corrían luego 84 minutos cuando Maradona convierte uno de los mejores goles de su carrera.
Pelotazo a campo de Lazio, control confiado de un defensor que no ve venir por su costado izquierdo a Diego, quien roba el balón y envía el zurdazo casi de espaldas al arco. Un tiro que, como se decía en otra época, ingresó al arco de Orsi “de emboquillada”. Maravilloso gol que desató el delirio napolitano en las gradas del San Paolo. Pero eso no sería todo: como si fuera poco, el minuto 87 regalaba un gol olímpico. ¿El autor? Un zurdo número diez nacido en el Hospital Eva Perón de Lanús.
En este enlace, el resumen de la goleada del Nápoli por 4 a 0 ante la Lazio.
Aquella goleada de febrero 1985 fue la consolidación del romance entre Maradona y el Nápoli. Entre el futbolista y la ciudad. Y a la par de ello, fue la despedida de un entrenador histórico de la Lazio y del fútbol internacional: Juan Carlos “Toto” Lorenzo.
Para el cierre musical de hoy compartimos la creación de Andrés Calamaro, titulada simplemente “Maradona”…