17.07.2020 Cinco denuncias lo involucran junto al portero del jardín de Belén de San Pedro Anselmo Ojeda y a la preceptora de la institución María Rubíes
Tras cerrar la etapa de instrucción, el fiscal Hernán Grande de Baradero de la UFI N°5, pidió al juez de garantías Román Parodi del Juzgado N°1 de San Nicolás, la elevación a juicio de la causa donde el Sacerdote Tulio Mattiussi de la iglesia San Roque, el portero del Jardín Belén Anselmo Ojeda y la preceptora de la misma institución María Rubíes, están acusados de abuso sexual a menores con acceso carnal agravado y reiterado por corrupción de menores. Actualmente la causa en proceso de traslado a las partes y los padres como particulares damnificado, piden sostener la calificación de acceso carnal y corrupción de menores.
Vale recordar que durante la etapa de instrucción, el fiscal pide la detención para el Sacerdote Tulio Mattiussi, el portero del Jardín Ojeda y la preceptora María. El juez Pratti (que en ese momento estaba remplazando a la jueza Vásquez recientemente fallecida) tras escuchar los testimonios de los niños durante cámara gesell, aprueba el pedido del fiscal y ordena la cárcel para el sacerdote y el portero, no así para la preceptora por estar su salud comprometida con un cáncer.
Pero el 3 de mayo del año 2019 la Cámara de Apelación y Garantías otorgaba la libertad al Sacerdote, argumentando que no se pudo verificar que hubiera una conexión entre el edificio del jardín de infantes y la parroquia, donde los denunciantes aseguran que fueron abusados. Tiempo después se le otorgó el beneficio de prisión domiciliaria al portero. Días después familiares y amigos de las víctimas se manifestaron frente al Tribunal de San Nicolás, donde se exhibieron carteles y muñecos con las amenazas que según los testimonios de los niños durante la cámara gesell, le proporcionaban los acusados.
Hoy el Sacerdote se encuentra en libertad pero apartado de su condición de sacerdote hasta que la justicia de su veredicto, y según testimonios de los familiares de las víctimas, se aloja en el Santuario, donde el Obispado de San Nicolás se hace cargo de los gastos de la defensa del sacerdote, como así también de su alojamiento. El preceptor Anselmo Ojeda se encuentra cumpliendo su prisión domiciliara en la ciudad de Bs. As. en la casa de un hermano. La preceptora María Rubíes está libre y reside en San Pedro.
Carla Vitale
“Hemos pasado dos años y medios sumamente movilizantes, de experiencias y emociones disimiles, atravesando un proceso de duelo, por todo lo que pasamos pero sobretodo con toda la garra y el empuje para acompañar a nuestros hijos, en que puedan salir lo más ilesos posibles frente a todo esto. El disparo a la psique está, por lo cual las huellas estarán y las cicatrices estarán, pero nosotros como papa la idea es acariciarlos y que quede el menor daño y el mayor acompañamiento. El proceso judicial es lento, lo dijeron siempre, pero hay momentos que uno dice basta, que se termine porque ya uno necesita que la causa avance y se resuelva. Porque una persona atraviesa situaciones difíciles en la vida, pero lo que le ocurrió a nuestros hijos responde al orden de lo siniestro.”
“A pesar de los miedos muchos chicos hablaron, pero pasa que los padres tiene más miedo que los chicos. Nosotros hemos sufrido una condena social, imagínate que el día que se lo llevaban preso al cura Tulio Mattiussi, los demás padres del jardín, incluso padres de niños que habían confesado haber sido abusados, hicieron un abrazo simbólico al jardín”
“Tenemos registros de chicos que hablaron y que siguen hablando y ya están a en nivel primario, los papás no se animan a denunciar, vienen abusando hace mucho tiempo de niños. Un abusador no se constituye como tal de la noche a la mañana a los 45 años, eso ocurre cuando irrumpe el deseo sexual y empiezan a darse cuenta que su goce tiene que ver con el poder, con el más indefenso, es ahí donde disfrutan y no sienten culpa. Nunca pensaron que los chicos pueda hablar con 3 años en una cámara gesell, menos con el peso del Obispado atrás.”
“En el Obispado nunca nos atendieron, no nos quisieron escuchar, pero a él sí lo escucharon. Tenemos información del obispo donde decía que la culpable era yo, porque estaba escondiendo un abuso intrafamiliar y que por eso hacia todo esto.”
“También nos fuimos a juntar con dos testigos en San Nicolás y nos siguió un cura en San Nicolás. Apareció donde nos reunimos con los testigos, luego nos fuimos a otro lugar mucho más alejados y también apareció. Después de eso a una de las testigos la amenazaron diciéndole que sabían cómo se llamaba su nieta, que tenga cuidado. El día que este cura nos seguía le sacamos una foto porque no lo conocíamos y después una persona lo reconoció y dijo que es un sacerdote que pertenece a la fraternidad del santuario.”
“Sabemos también que el Obispo Santiago se presentó varias veces ante el juez, como así también sabemos que es una cuestión estratégica la designación de Gustavo Morenos como abogado defensor del Mattiussi, por eso su padre Alberto Moreno se recusó como juez de la Cámara, sabemos los vínculos entre la iglesia y parte del poder judicial y que a su vez son partes de la cofradía del Opus Dei. No nos olvidemos el hecho sucedido el 9 de enero del año 2019, cuando el obispo Santiago mandó un micro lleno de “fieles” de San Pedro al juzgado de San Nicolás para reclamar la liberación de Mattiussi y Ojeda. Con un rezo masivo en voz alta quisieron entrar a la sede judicial para apretar al juez Pratti, quien justo estaba de licencia.”
Jardín Belén
Carla Vitale siempre tuvo los mejores recuerdos de su infancia y en ese trencito de colores, viene sumado el jardín Belén de la ciudad del pueblo de San Pedro, un pueblo conocido por el cultivo de sus flores y frutales, como así también por los compadritos algo gauchesco, que eternizó el escritor Abelardo Castillo, quien nació en el lugar y con la mitología de su literatura universalizó el nombre de su pueblo natal. Carla asistió de niña a ese jardín tradicional de San Pedro, fuertemente cruzado por una matriz religiosa. Solo seis aulas componen la institución para niños y desde que ella era pequeña, siempre fue dificultoso poder conseguir inscripción.
Pero Carla no sólo es ex alumna, lo que en un pueblo como San pedro es un tikets de ventaja, sino que también conocía al representante legal y párroco de la iglesia vecina San Roque, el padre Tulio Mattiussi. Gracias al sacerdote en el año 2017, consiguió inscribir en salita de tres a su hija, a la que llamaremos Flor y a su sobrino al que llamaremos Amor. El afecto de Carla para con el padre Tulio Mattiussi creció aún más, no sólo el sacerdote había bendecido a su bebe estando aún en el útero, sino que también la había bautizado y ahora le aseguraba un banco en el prestigioso jardín del pueblo, para que su desarrollo pedagógicos sea lo más cuidado posible. Carla sentía realmente que era una suerte de protector de su familia.
Cambios de conducta.
Ni bien comienzan las clases, a Flor la asaltó un repentino cambio de conducta. Entró en una regresión: dejó de controlar esfínteres, usaba el chupete y se colocaba en posición fetal en una hamaca. No comía, no quería ir al jardín. Carla, que es psicóloga especializada en niñez, pensaba que se trataba de una adaptación dificultosa, a pesar de que la nena había ido a un jardín maternal sin problemas. Luego a la madre le llama la atención una extraña lesión en una oreja de la niña, pero en el jardín le dijeron que Flor no había dicho nada y que era difícil que se hubiera lastimado allí. Pero algunos signos de su comportamiento como también físicos siguieron apareciendo. Desnudaba a sus muñecos y les gritaba, también comenzó a pronunciar algunos nombres que Carla no conocía y a decir que Julio era malo, que Julio era muy malo:
Flor: “Julio les hace cosquillas en la cola a las nenas cuando van al baño, es malo.”
Carla pidió una reunión urgente con la directora del jardín, pero la actitud de la directora del jardín fue sospechosamente esquiva. Inmediatamente, le sugirió a Carla que tal vez la nena la hubiera visto manteniendo relaciones sexuales con su marido, o que una novela o serie con escenas de sexo la hubieran perturbado. De mala gana, la convocó a otras reuniones. En una de ellas, estuvo presente el cura, que la sorprendió con su frialdad a pesar de la estrecha relación que tenían. Es que Julio no era otro que el mismo Tulio, según le dijo finalmente la nena. Una hipótesis de la dirección era que el padre de Carla, el abuelo, era el abusador, porque en una visita al jardín, la había abrazado y la había puesto sobre su panza para jugar en el suelo.
Carla: “No es así, además eso explicaría los casos de mi hija y mi sobrino. ¿Y los demás?”
Carla volvió a su casa decidida y le dijo a Flor que no iba a volver nunca más al Jardín. Desde ese día la niña comenzó a revelar a cuenta gotas, más nombres y escenas de abusos. Carla explica que comenzó a grabarla y a filmarla para que las declaraciones sean exactas.