Elegancia bajo la suela
Foto : Ariel Asenjo
Pensante, adentro y afuera de la cancha, le dijo que no al fútbol profesional para ser un profesional que se divierte con los amigos y la pelota, así como la define su ídolo Román. Emblema del club Regatas, al que cataloga como una casa. Facundo Gorriz, el marqués que jugaba en punta de pies.
– ¿Qué es el fútbol en tu vida?
– El fútbol para mi significa muchísimas cosas. Es mi pasión, mi cable a tierra, mi hobby, hasta llego a ser una forma de vida. Me formó como persona, me hizo conocer lugares y personas increíbles. Me dio mucho, soy un agradecido.
– ¿Cuáles son tus primeros recuerdos con la pelota?
– Tengo grandes recuerdos de cuando empezó el fútbol infantil en Regatas. Fuimos de las primeras camadas en arrancar, me acuerdo de la primera práctica, nos juntamos abajo de la barranca en el fondo del club, donde hoy está la cancha de hockey, que era un descampado con poco césped. La verdad que la pasábamos muy bien.
– ¿Y del debut en primera?
– Debuté con 14 años, me puso en primera Rómulo Chávez, me acuerdo como si fuese hoy. Contra 12 de Octubre en su cancha, día nublado, un frío terrible, entré en el segundo tiempo por el Gaby Flores, la primera pelota que toque uno de 12 me pego una apretada que no quería saber más nada. Después los mismos compañeros en ese momento me dieron mucha confianza para poder jugar tranquilo, estaba Guille Stoppani, el Indio Figueredo, Mingo Turraca. Un equipazo. Ganamos 2 a 0 ese día.
Corria el 2001 y la pelota era lo que desvelaba a Facundo Gorriz. Por eso decidió armar las valijas y enfrentar un nuevo desafío, Renato Cesarini. ”Me fui con la esperanza de recalar luego en algún equipo importante de Argentina, como todo chico que le gustaba el fútbol quería vivir de esto que era lo que me apasionaba” expresa.
– ¿Cómo fue esa experiencia?
– Me fui a vivir a la pensión a Rosario, había chicos de todo el país y de otros países también, convivir con desconocidos que luego terminaron siendo amigos, cambiar de escuela. Son muchas cosas las que conllevan, pero la verdad que tengo los mejores recuerdos de esa etapa. Con respecto a lo futbolístico me enseño todo, como moverte en la cancha, parar la pelota, cuando cambiar de juego, qué rol cumple cada jugado. Van desde lo más simple a lo más complejo del juego. Me acuerdo que me hacían jugar de central y yo renegaba porque me gustaba el medio y estar en contacto permanente con la pelota. Pero me decían que todos los 5 tienen que saber jugar de 6, y a la larga me di cuenta que tenían razón, te sirve para tener más panorama, la cancha de frente siempre. Me enseñó mucho en todo aspecto.
– Gorriz en el fondo, parece imposible. ¿Te enojaba mucho jugar ahí?
– Habré tenido 14/15 años, me volvía llorando a mi casa, re caliente. En ese momento lo llegué a odiar al técnico. Aparte entraba enojado y hacía todo mal. Pero me sirvió
El paso por Renato Cesarini le abrió las puertas y las alas. Con 18 años apareció la posibilidad de jugar en Europa. Así la relata: “En Renato era normal que vayan empresarios y veedores de otros clubes. De un día para el otro me dijeron que estaba la posibilidad y no lo dudé. Por suerte mis viejos me apoyaron, tenía el pasaporte comunitario y arranqué para Italia, fue otra gran experiencia de vida”.
El nuevo destino fue Chioggia, una ciudad ubicada a 20 minutos de Venecia y la camiseta del equipo del lugar, el Chiggia Sottomarina, en ese momento con un lugar el Serie D. “Me encontré con una ciudad hermosa y con varios sudamericanos en el plantel, lo que me hizo la estadía mucho más llevadera. En lo futbolístico no fue tan bueno, considero que era muy joven, me lesione varias veces, y al no irme bien en ese sentido empecé a extrañar todo lo de acá. Estuve casi dos años allá y pegué la vuelta”, detalla el Marqués.
– ¿Qué fue lo que más pesó a la hora de decir volver?
-Creo que pesó más no tener mucha continuidad futbolística y lesionarse tanto. Pensándolo ahora, si me iba mejor en ese sentido no hubiese extrañado tanto. Pero era de la cabeza que estaba mal, porque me desgarraba, me hacían los estudios y no salía nada. Era raro, estaba con la cabeza en otro lado.
Luego de la experiencia europea, San Nicolás, Regatas y el estudio aparecían en la órbita de Facundo. Con la pelota en un segundo plano. “Cuando volví, tenía decidió ponerme a estudiar, jugando por diversión y con amigos, quería recuperar eso. Arranqué contaduría acá en San Nicolás y fútbol en Regatas. Primero con Gustavo García y luego con Leo Lima, dos grandes personas y técnicos. Me encontré con grandes planteles, Regatas venía peleando todos los campeonatos” recuerda.
Pero la pelota le volvió a hacer un guiño. Defensores de Villa Ramallo le tenía preparado un lugar en su rica historia. Y así lo repasa Facundo: “Había plantado bandera en Regatas, estaba ayudando en el trabajo a mi viejo, y un día cayó ahí el Tuta Torriani porque lo conocía a mi viejo a decirme que Defensores me quería para armar una base con chicos de la zona primero para la liga local y si todo andaba bien podía aspirar a jugar el Argentino”.
– La experiencia salió redonda, terminaste ascendiendo y jugando en el Kempes…
– Fue todo ideal, porque en la local nos fue muy bien y a mitad de año me hicieron hacer la pretemporada con los del B. Justo llegaba Osvaldo Diez y en la primera semana me llamo a un costado y me dijo que no tenía chances de jugar, que no me veía bien para nada y me termino poniendo de titular la primera fecha en cancha de Las Parejas. Algo increíble que solo él podía hacer. Luego alterné titular y banco, hasta que llego Gaby Gómez. El me puso de volante interno y encontró un once titular que no modificó más hasta que se logró el ascenso. Para mi significó un logro importantísimo, con experiencias futbolísticas increíbles como las que me nombrabas de jugar contra Talleres, o la de compartir cancha con el monstruo dé Vecchio. Si tengo que elegir un club además de Regatas, obvio que es Defensores.
– Más allá del primer momento con Diez, la llegada de Gabriel Gómez te cambió el panorama
– Gaby me completó como jugador, me enseño muchísimo. Es un enfermo del fútbol literalmente, que nos hacía renegar porque entrenábamos las 24 horas del día pero que después te dabas cuenta que era necesario para estar a la altura. El mejor técnico que tuve, sin lugar a dudas.
Pasó el ascenso al Argentino A, un lindo primer año en la categoría, jugando mucho y en buen nivel. Pero entre el estudio, los entrenamientos, concentraciones, todos los viajes que se realizaban y la vuelta a Regatas, con los amigos, todo se conjugaba en una sola cosa. El regreso al primer amor. Algo que a más de uno le llamó la atención.
– ¿Fue una decisión que costó tomar?
– El dedicarme al fútbol tuvo su fin cuando volví de Italia, ya mi cabeza me decía que tenía que estudiar y que el fútbol era un hobby. Lo de Defensores lo tomé como una experiencia hermosa, pero sabía que tenía su fin, siempre mientras jugaba estudiaba a la par, porque ese era mi objetivo real. Luego con el ascenso se estiró todo un año más, también quería probar esa categoría. Además, Regatas siempre tiraba para pegar la vuelta. También puede haber influido eso de jugar por diversión y con amigos, de disfrutar las prácticas y que no pasen a ser una responsabilidad sino una elección. Todo ese combo de cosas me llevó a tomar la decisión de volver.
– Y que tuvo su coronación con el campeonato de Regatas en 2013
– En lo futbolístico es todo, la tengo tatuada a esa fecha y muchos no entienden como me hice eso, pero es inexplicable e indescriptible contar lo que vivimos los verdaderos hinchas de Regatas ese día. Daría lo que sea por volver a ese momento, la previa, el partido mismo, el festejo. Fue todo redondo esa tarde.
– ¿Qué es Regatas en tu vida?
– Regatas es mi casa, pase más tiempo ahí que en mi propio domicilio me parece. Es donde hice mis amistades, donde hoy en día lo disfruto con mi familia, donde veo crecer a mi hija. Es el lugar donde quiero estar siempre.
Foto: Maru Maiztegui
– ¿El Facundo Gorriz jugador tiene algún capitulo mas o sólo te veremos en algo mas informal como fue el futsal?
-Cuando dejé de jugar dije que era para tomarme un descanso, pero fueron pasando los meses y años y me di cuenta que soy feliz del otro lado del alambrado, que ya lo disfrute demasiado al fútbol, le dedique mi vida, y que ahora es tiempo de hacer otras cosas. Tener los findes libres para estar con la familia, comer un asado y quedarse de sobremesa un domingo, irme a la isla, o hacer lo que tenga ganas sin tener ese compromiso latente. Y la verdad que no me arrepiento de la decisión que tome para nada.
– ¿Te ves vinculado al fútbol más adelante, como técnico, dirigente, formador?
– Me gusta el tema de las inferiores, cuando estuvo Puchi Mendoza de coordinador en Regatas hice una experiencia por 6 meses y me gusto. Pero tenés que tener el tiempo para dedicárselo. De técnico de Primera no me veo, por ahí sí de dirigente en el sentido de ayudar en lo que sea. Pero se verá más adelante
A un toque
Ídolo: Román Riquelme, sin dudas.
Referente en tu puesto: Disfrute mucho a Ever Banega y al Gago de varios años atrás.
Referente de otro deporte: No tengo
El mejor equipo en el que jugaste: El Defensores del ascenso
Un socio en la cancha: Nano Ledesma, Perico Martínez, Santiago Zarate y Kuku Varas
Un maestro: Nombro dos. Mi viejo y Román, que cosa increíble Román.
El gol que lindo: Goles no tengo muchos, por eso el de la final 2013 no fue lindo, pero fue importante y sin dudas, el que más grité.
El lugar más lindo en el que jugaste: El Kempes, contra Talleres
El lugar más feo en el que jugaste: La cancha de Coronel Aguirre.
Un lugar de San Nicolás: El club Regatas
Un amigo del fútbol y otro de la vida: Imposible de responder. Soy muy amiguero, tengo miles y no me quiero olvidar de nadie.
Por Nico Pastocchi