08.03.2019 Panorama pre-electoral. Conozca la trastienda de cada espacio político: hoy, Unidad Ciudadana y el campo popular peronista.
Comienza marzo y los teléfonos se agitan, se formulan hipótesis y es especulaciones. Se piensa en la interna y se piensa en la externa. Hay que ganarle al enemigo, pero hay que posicionarse en listas primero.
Las primeras esquelas que llegan desde Unidad Ciudadana y el campo popular peronistas, son escuetas y poco arriesgadas, al menos en lo que cuenta entre las mismas banderas de la Unidad. Desde el campo popular peronista fueron más firmes y arriesgados. Quizás porque viene de la noche, quizás porque la misma correlación de fuerzas se lo demanda.
Lo cierto es que la trastienda de “la cocina” pre-electoral se empezó a mover, ingrese lector al mundo de esta Isla llamada “Campo Nacional y Popular”. La única recomendación que damos antes de la partida, es que llegue al final: el que abandona, no tiene premio.
La jefa de todas las comarcas.
Cristina Kirchner juega a los dados. Amaga como un futbolista cuando va a patear un tiro libre. Pero si hay algo que tiene claro la máxima conductora de Unidad Ciudadana, es que la estrategia es indirecta. Y que en ese conjunto de estrategias indirectas, existen herramientas que no son las del liberalismo solamente: muchas fotos con pobres revolviendo ollas, fotos cocinando con una frase de autoayuda, selfies con pibes de barrio. “La jefa” como le gusta de llamarle al sector del Kirchnerismo duro, sabe que dentro del campo popular, del “populismo” como teorizará Laclau, hay símbolos, hay una historia, una mística que reinventar, y sobre todo la fuerza del relato y la palabra.
El ex ministro de economía Axel Kicillof, parece interpretar muy bien aquella comparación que citaba siempre José María “el Cholo” Budassi, referente histórico de la Mesa de la Memoria. Tranquilos, no me refiero a aquella memorable fase que dijo Jesús en la cruz: “perdónalos señor, no saben lo que hacen”. Budassi insistía con que el papel del dirigente y el militante es el mismo que interpretó Cristo, que convenció a los que antes perseguían y mataban cristianos y los convirtió al cristianismo, incluso dándole responsabilidades altas a cada uno de ellos.
Persuadir a través de la palabra. Kicillof lo repitió en cada discurso que dió este verano en la costa Atlántica: “No insultemos al votante de cambiemos, es una víctima, mejor charlemos con los vecinos, caminemos los barrios, vayamos a los hogares pero donde se lo votó a Macri, esa es la tarea” Dijo en Miramar a mediados de febrero.
Pero bajemos al averno del barro nicoleño. Sintonicemos el stereo y que el perreo suba por tu médula a la hora de la cocina pre electoral de los candidatos de San Nicolás.
Tierras nicoleñas y las banderas de la Unidad.
Bibi Giglio de Movimiento de Mayo (que se reconoce dentro de Unidad Ciudadana) lanzó la primera piedra contra el monstruo amorfo y sin cabeza. Según circula la lechuza, lo hizo en nombre de la piedad y de los trabajadores organizados.
Los vientos traen voces: “si es intendenta o no, se verá a la hora de la cocina: no tiene problemas con la comida”, dicen y lanzan una primera paloma. “La unidad hasta que duela” dicta el cartel que se bambolea como en una película de western en el desierto norteamericano. La protagonista de este lado de la isla “Campo Nacional y Popular”, baja envuelta en guarda polvos, libros y planisferios, lo asegura como en una ficción o como repitiendo la lección de memoria: “Todes estamos mostrando nuestra voluntad de participar. Iremos viendo. Tenemos que tener grandeza, generosidad para la unidad y ganar”.
Pero ahora corramos la lupa del mapa. Vayamos a otro vértice de la isla, donde también flamea la bandera de Unidad Ciudadana. Donde parece que las palomas de la benevolencia todavía no han cruzado los vientos y las tormentas que genera todo panorama pre-electoral.
Desde las celestiales bancas son sinceros y con la tranquilidad de tener una tropa consolidada, miran hacia las arenas y esperan que atraquen los barcos. Se sospecha que el banquete de bienvenida está listo y que entre los jugosos líquidos de sus carnes, también hay una paloma.
Con el báculo en la mano golpea el piso antes de hablar: “no sabemos cuáles son sus objetivos, seguramente lo han hecho ya para posicionarse en la escena”.
En las verdes llanuras de esta gran Isla llamada “Campo Nacional y Popular”, a lo lejos se ve un mástil con otra bandera de Unidad Ciudadana. En la llanura rural siguen convencidos que meterle a la cosecha y a las redes los pone fuertes para salir a la cancha.
De este lado de la isla no se vive de la pesca, no hay barcos que pasen por las sobras o dejen “algo” para sobrevivir. Hay que cruzar el espacio para darle de beber a los animales, no hay arenas, pero se las han arreglado con el circo.
Como una lenta caravana de árabes surcaron el 2018, valerosos y confiados con un puñado de estadísticas, roces con organizaciones sociales y una siembra meticulosa de audiovisuales en las negras estepas del universo sideral. Enviaron un emisario que trajo un mensaje y frutas de regalo: “nosotros seguimos trabajando, todo el mundo habla con todos, pero todavía tiene que pasar mucha agua bajo el puente”.
Estas son algunos de los detalles de las punzantes y breves esquelas, roncas confesiones que todavía no arriesgan demasiado. Por negatividad se define al vecino echando mano al pronóstico del tiempo. Las tres banderas flamean tranquilas y a la luz del sol. Están atentos y amistosos, mientras miran las escenas del films que van montando como un dicho del habla popular: “Como cuando vinimos de España.”
Los místicos aseguran: “Vamos a la interna”.
Pero en otro tiempo en la isla “Campo Nacional y Popular”, flamearon otras banderas que protagonizaban la primera plana del escenario político nicoleño. Islas donde gobernaron místicos patriarcas a la luz de una mística peronista, enarbolando un peronismo algo edulcorado para algunos, pero no menos justicialista por eso.
En estos islotes la avenida central lleva al menos el nombre José María Díaz Bancalari y el fuego aún centella tizones. Son aquellos fuegos que acompañaron los primeros años de Unidad ciudadana, donde el FPV era sinónimo de Kirchnerismo. A fines del reinado, este sector que olía a “pejotista”, se fue corriendo de la plana principal a partir de las mareas que bajaban de la pirámide profunda.
De alguna manera Perón diría que le dejaron el lugar a los pibes, pibes que han resistido los embates del malo de la película: Mauricio Macri, alias “el gato” para sus oponentes, alias “el gato” para EEUU y alias “el gato” para su falso y mediocre entorno. Pero dejemos al rey felino y a sus secuaces para otro capítulo, el tiempo que es de alguna manera cíclico, le hará saber a esos secuaces que siempre deja consecuencias gobernar para que no salga el sol, en el reinado de las hienas.
Los hijos de esos místicos han nacido, algún que otro aun levanta la mano para participar. Con profunda vocación histórica y peronista, han reunido fuerzas antes de que la tormenta avecine. Su objetivo principal siempre fue la comida.
El viento trajo consigo una hoja que no devoró el fuego insular, después de la última gran comitiva. Una borrosa anotación asevera, “hay que capacitar para formar cuadros mirando al futuro, hay un sin número de agrupaciones y compañeros que son todos capaces, pero están todos en un mismo nivel. Queremos reconstruir la conducción del peronismo nicoleño.” Los imagino en torno al fuego, (todos hombres) devorando el banquete, agradeciendo a San Perón, a Néstor y Cristina, aunque no se conozcan mujeres. No haga silencio lector, sí… a Cristina.
Renglón abajo asoma otro apunte “es fundamental la creación de cuadros, pero en lo inmediato para construir un esquema de unidad, lo mejor es armar una interna abierta, una paso a nivel local, entre todos los compañeros que inscribamos al campo nacional y popular, porque somos de ahí y de ahí no nos vamos. Con una integración equitativa de las listas, el que gana conduce el que pierde acompaña. En los próximos días tendremos reuniones con los compañeros que lideran cada sector.”
Pareciera entonces que en este panorama pre-electoral mientras algunos esperan, otros han declarado la guerra. El cielo se va nublando en este mes de marzo, cuando lentamente el 2019 empieza a caminar hacia un destino que no podrá sortear: la elección de un nuevo presidente.